Langata es un centro para los muchachos admitidos en el programa de rehabilitación social. Son niños pobres que llegan de la calle. En Langata permanecen de uno a tres años, antes de trasladarse a otros centros del programa "Bosco Boys". En las calles se los tratan a menudo como “muchachos invisibles” o como una carga para la sociedad. Pero estos pequeños muchachos son grandes hombres, porque hay mucho que aprender de ellos.
El centro les da la oportunidad de volver a ser niños. Es un placer jugar y divertirse con ellos y es agradable ver cómo se acostumbren a compartir con los adultos que los rodean. Cada día crece en ellos el sentido de confianza y de seguridad.
“Yo me ocupo de algunas lecciones, guio a los clubes juveniles y estoy con los muchachos durante las vacaciones. Todos los días me sorprenden con sus comportamientos: un día van muy bien en las clases, otro días muestran la forma en que son capaces de ser creativos... Pero sobre todo sorprende en los momentos de diálogo que realizan”, comenta Johanna.
Debido a su pasado han aprendido muchos malos hábitos. Ellos saben cómo mentir, cómo ser impasibles y cómo pelearse. A menudo reaccionan de diferentes maneras, y casi siempre a la defensiva. Pero cuando quieren, tienen confianza, pueden ser extremadamente agradables y flexibles. Comparten lo que tienen con los demás: por ejemplo, cuando no hay suficientes patines, cada uno se pone uno y deja el otro para otro compañero. Cuando se trata de defender a un amigo, lo hacen con orgullo, incluso si esto significa encontrarse con problemas personales.
Son de verdad, “buenos muchachos”. Ellos nunca habría tenido la oportunidad de ser buenos sin la creación de del “Bosco Boys”.