El circo contemporáneo es un espacio de “crecimiento personal, físico y mental”, que a través de las obras de arte se estimulan los sentidos y se puede aportar otras sensaciones al mundo. El circo se construye con los otros y en ese encuentro donde cada uno se transforma en algo compartido.
Así como Don Bosco se animó a visitar las cárceles, los barrios periféricos para estar “en medio de ellos”, el circo pretende llegar a donde más se necesita: calles, barrios, parques, plazas, haciendo conscientes de que a través del arte se puede sentir y transmitir un Jesús cercano y amigo.
El circo social se construye y apuesta con “ser un motor de cambio en las personas promoviendo estar en armonía con el entorno y poder transformar el espacio social en su conjunto, hacia una sociedad más justa, diversa y tolerante”.
Jugando con el equilibrio, el circo social es la mezcla de disciplinas que permiten caminar en la cuerda floja: las artes circenses, enriquecidas con las ciencias sociales, organizadas en una metodología atractiva e innovadora que permite intervenir con jóvenes en riesgo social.
El circo social, Impregnado por el estilo de vida de Don Bosco se transforma en el circo social salesiano: es poder vivenciar el carisma salesiano a través del arte. Es poder ofrecer un ambiente seguro, de familia, de respeto, de confianza, a niños y jóvenes. Es poder construir el circo social como patio, casa, escuela y parroquia. Es animarse, atreverse y apostar, con mucha fe, que el arte nos transforma y pone alas a los sueños.
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