Con ambas medicinas, Don Bosco se puso inmediatamente a trabajar y “para no tentar al Señor, empleó todos los medios de precaución posibles, como sugieren la prudencia”. “En los dormitorios las camas se separaron, las habitaciones se lavaban a fondo, se mejoró la comida”. Y antes de ayudar a la gente enferma “cada muchacho recibía un frasco de vinagre, una dosis de alcanfor; al volver a casa, se lavaban y se desinfectaban”.
La atención educativa, el acompañamiento a las personas nos sugieren una respuesta pedagógica y pastoral, como la de Don Bosco, para los nuevos tiempos que nos esperan. ¿Qué sugiere Don Bosco para hoy y para la pos-pandemia?
“Sobriedad, templanza, paz mental y coraje”. Los nuevos tiempos requerirán recuperar lo esencial: la sobriedad de lo material y relaciones profundas; la templanza y la atención permanente al otro; la paz de espíritu, el coraje de ir más allá, de vivir para los demás.
“Confía en la gracia de Dios”. Reabriendo los caminos que nos llevan al encuentro con Dios, con fe y confianza. Como hijos amados. En el compromiso de la caridad que se convierte en gracia. En la belleza de crear el bien, amar, vivir con el Señor en los itinerarios de fe de nuestras vidas.
“Escuchar y escucharnos”. Volver a esta actitud positiva de querer estar juntos, de querer reunirse de nuevo. La mayor carencia de este tiempo ha sido “el otro”. En la distancia nos ha faltado escuchar, sonreír, abrazar.
“Actuar con prudencia y esperanza”. Innovando, haciendo nuevas nuestras prácticas pastorales, revolucionando tiempos y espacios, asumiendo nuevos "estilos y nuevas estrategias", yendo a donde sea posible para "salvar" a los que esperan nuestra acción, nuestra presencia, nuestro optimismo y confianza. Don Bosco no se quedó quieto, puso en acción a sus jóvenes, desinfectó los espacios y mejoró los procesos. No dejó de responder. Actuó con confianza porque era urgente responder.
Las cosas no serán como antes. Y eso es bueno. Es necesario reconstruir y renacer con más humanismo, solidaridad y conciencia de responsabilidad para que, ante los signos de los tiempos, seamos hombres y mujeres nuevos, esperando siempre lo mejor de cada día, porque también nosotros queremos ser hoy, como Don Bosco, “profundamente hombres, profundamente Santos”.