En presencia de la comunidad salesiana del "Instituto Internacional Don Bosco" y de un nutrido grupo de conciudadanos del Venerable, llegados desde Lombardía, hubo una serie de intervenciones destinadas a subrayar los elementos de novedad y creciente interés por la figura de este salesiano, teólogo, docente de Teología y brillante modelo de vida religiosa y sacerdotal.
El padre Silvano Oni, gracias a la ayuda de imágenes y testimonios, ha elaborado una biografía original del venerable, capturando la especificidad de la tierra de origen, el surgimiento y consolidación de su vocación, pero también los años terriblemente marcados por el sufrimiento que le llevaron con solo 41 años a una muerte prematura.
El padre François-Marie Léthel, carmelita y reconocido teólogo, destacó al menos tres elementos sobre la espiritualidad del padre Quadrio: el binomio “esponsalidad y virginidad” tan característico de su vida mística; la dimensión específica de su evangelización a través de la fiesta del encuentro; la vida construida sobre la esperanza cristiana.
El padre Pier Luigi Cameroni, Postulador General de las Causas de los Santos de la Familia Salesiana, recordó que los santos irradian gracia a partir de las numerosas relaciones que se cruzan y se renuevan; y así llevó a reflexionar sobre cómo la transparencia de los sentimientos de Cristo, en particular benignitas y humanitas, eran específicos de Don Quadrio.
Finalmente, Mons. Paolo Martinelli, obispo auxiliar de Milán y profundo conocedor de la teología de la vida consagrada, llevó a la asamblea a reflexionar sobre el tema del "religioso presbítero": si la especificidad de la figura sacerdotal es ser apóstol del Padre en y para el Iglesia en un contexto histórico específico, la vida consagrada ofrece al ministerio sacerdotal la riqueza del carisma propio de la familia religiosa a la que se pertenece. Don Quadro fue un apóstol que "era misión", según esas características específicas de la espiritualidad de San Juan Bosco: su misión fue la enseñanza, el acompañamiento espiritual personal; su misión era salvaguardar la comunión de sus hermanos y educar desde la armonía de carácter, la verdadera transparencia del corazón de Cristo y de su santa humanidad. Mons. Martinelli concluyó sus palabras recordando que la identidad específica del presbítero vendrá cada vez más de su "cuidado por lo humano", en una época marcada por lo ajeno de la fe de la cultura y la vida.
La mañana finalizó con una romería al sepulcro del venerable, ubicado en la iglesia exterior de la obra, donde se colocó una placa biográfica y conmemorativa del centenario celebrado.