Juan Carlos Macías: su casa ubicada en la zona cero de Tarqui, tiene orden de demolición. “Es frustrante ver que el sacrificio de muchos años de trabajo, en menos de un minuto, se vino abajo”. Juan Carlos, es médico de profesión y scout salesiano desde los 14 años, comenta que siempre le gustó realizar voluntariado y servir a los demás, especialmente a los más necesitados. A pesar que perdió todo brinda atención médica gratuita en la Parroquia Nuestra Madre del Rosario de Manta.
Yadira Chávez todavía no olvida ese momento que marcó su vida para siempre. En menos de un minuto, ella perdió su casa y ahora vive en un pequeño cuarto con su hijo Javier, quien estudia en el Colegio San José de Manta. “No sé si mi hijo pueda estudiar este año porque me quedé sin trabajo y no tengo dinero”. “Mientras las paredes se caían y la tierra se hundía, con mi hijo nos pusimos a rezar y no nos pasó nada”.
Jorge Ferrín, quien perdió su casa. “Sobrevivimos al terremoto. No tenemos absolutamente nada. Uno tiene la sensación de ser como un recién nacido porque no tienes ni ropa y tienes la necesidad de que alguien te cuide y te proteja para seguir adelante”. “Me gustaría que me den una oportunidad para trabajar y poder pagar los estudios de mi hija”.
La Comunidad Salesiana del Ecuador, consecuente con la realidad que atraviesan, se encuentran trabajando para apoyar a todos los que han perdido o una casa o un ser querido.
A un mes del terremoto, las necesidades persisten y la ayuda se hace necesaria para que niños, jóvenes y adultos tengan un futuro mejor.