Hace algún tiempo que los Salesianos de la Inspectoría de Medio Oriente habían decidido acercar sus actividades a la población más alejada y necesitada. En los momentos de mayor intensidad de la guerra hubo jornadas dramáticas con los autobuses que recogían a los niños y a los jóvenes en medio de los bombardeos con un gran riesgo para todos.
“En muchas ocasiones suspendimos las rutas de los autobuses. Teníamos un modo para comunicarnos con los educadores y podíamos informar a las familias”, recuerda el P. Alejandro León, Inspector.
El barrio de Jaramana se encuentra a una hora del actual centro juvenil de Damasco debido al tráfico en la ciudad. El objetivo de los Salesianos es trasladarse a aquella zona, de mayoría musulmana, “para también abrirlo a la juventud de aquel barrio en estos momentos difíciles en los que empieza la reconstrucción del país”.
El P. León, recuerda una de las grandes lecciones que recibió de unos chicos de este barrio en una ocasión: “Un día que suspendimos la ruta de los autobuses que traían a los chicos al centro juvenil por los bombardeos, vi que a las dos horas se presentaron en mitad de la misa un educador y varios chicos de aquel barrio. Habían llegado caminando en medio de los bombardeos durante más de dos horas. Al acabar la misa le dije muy enfadado que me había desobedecido y que había puesto en riesgo su vida y la de los chicos. El educador, muy sereno, me dio una lección de teología y de fe a la vez al decirme que quién era yo para prohibirle ir a misa un domingo”.
Con la ayuda de bienhechores se hace realidad un centro salesiano que acompañara la formación de miles de jóvenes de la Siria golpeados por la guerra.