Presidió la celebración el Papa Francisco en la cátedra del altar de San Pedro, en la basílica del mismo nombre de la Ciudad del Vaticano, a pocos metros de la tumba del primer vicario de Cristo. En una breve pero intensa homilía, el Santo Padre recordó lo esencial del ministerio episcopal: “El obispo es un siervo, pastor, padre, hermano, nunca un mercenario... Es más responsable del servicio que de la dominación, según el mandamiento del Maestro: ‘Quien sea el más grande entre vosotros que sea como el más pequeño’”.
El Papa indicó también que el prójimo más cercano del obispo son los sacerdotes y los diáconos. “Cerca de los sacerdotes: ¡muy cerca! Que cuando te busquen, te encuentran inmediatamente, sin burocracia: directamente. Pero también sé cercano a los pobres, a los indefensos y a todos los que necesitan acogida y ayuda”.
El Papa Francisco subrayó que “es Cristo, de hecho, quien en el ministerio del obispo continúa predicando el Evangelio de la salvación, es Cristo quien continúa santificando a los creyentes a través de los sacramentos de la fe… Es Cristo quien, con la sabiduría y la prudencia del obispo, guía al pueblo de Dios en la peregrinación terrena hacia la felicidad eterna”.
Elegidos por el propio obispo Lorenzelli, co-consagraron junto al Santo Padre el cardenal Tarcisio Bertone -su formador y profesor y monseñor Celestino Aós, administrador apostólico de la Arquidiócesis donde desempeñará su tarea. En calidad de acompañantes, el P. Pier Fausto Frisoli, su compañero de formación y actual Procurador de la Congregación, y el P. Francesco Cereda, Vicario del Rector Mayor. Estuvo presente también el P. Carlo Lira, actual Inspector de los Salesianos en Chile.
El domingo 23 de junio, a las 11 de la mañana celebró sr Primera Misa como Obispo y durante la homilía agradeció a los presentes de muy particular a sus familiares. En un momento de su discurso, Mons. Lorenzelli recordó a su Papá y a sus familiares que ya se encuentra en el cielo.
Durante una breve entrevista a los medios de comunicación de Chile manifestó que desea llevar “al pueblo de Chile, que me acogió con tanto cariño, esperanza. Chile es un país cariñoso y que tiene un gran sentido espiritualidad con una religiosidad profunda, donde tenemos que construir comunión y confianza. Yo he colocado en el lema que me acompañará como Obispo, ‘llevar alegría’. Yo creo personalmente que son muchas más las cosas y las realidades que nos alegran que los problemas y las dificultades… Tenemos que testimoniar la fe, ser creyentes, creíbles y auténticos”.