Los niños de las escuelas apostólicas de “Nazareth” rezaron por los 8 Salesianos de Don Bosco y una FMA, que descansa en el cementerio Salesiano, junto al campo de fútbol ocupada diariamente por 170 niños.
El último día del seminario de la Familia Salesiana (20 de agosto) los 30 participantes rezaron y se encontraron con una figura excepcional de los años 80 años y que pertenece a la historia de Birmania, el Padre Fortunato Giacomin, SDB.
En esta ocasión, el Vicario Inspectorial de MYM, P. Bosco Nyi, leyó el testimonio del Cardenal Charles Bo, Arzobispo de Yangon: “Mi padre murió cuando yo tenía dos años (como Don Bosco) Con el gentil apoyo de nuestro pastor Monhla, P. Luwee, tres de mis hermanos fue admitido en Mandalay Lafon pensión gestionada por los Salesianos. Tuvimos el privilegio de ser educados por los salesianos. No solo los alimentos y la vivienda, sino que nos ofrecieron de manera gratuita la educación. Viví durante cuatro años con 150 muchachos en un ambiente familiar salesiano. El P. Giacomin fue el Rector, era un verdadero padre para nosotros, estricto con las reglas y la disciplina, pero con un corazón cálido de padre. He visto en el P. Giacomin otro Don Bosco”.
El P. Giacomin era el último en acostarse, solo después de comprobar que los muchachos estaban dormidos y bien cubiertos, especialmente durante el invierno. El descanso y la recreación siempre estuvieron en medio de los muchachos. Se ke encontraba siempre disponible en la oficina cuando corrimos hacia él. Para mi cumpleaños, el 29 de octubre y la festividad del 4 de noviembre, me regaló una foto sagrada y una medalla.
Antes de las oraciones nocturnas nos juntábamos cerca de él para escuchar la vida y los sueños de Don Bosco. Tenía un corazón muy tierno con los pobres, los huérfanos y los niños de las aldeas. No toleraba a los muchachos que gritaban, los que robaban, los que fumaban y eran flojos.
Cuando el general militar Ne Win, planificando un Myanmar socialista, nacionalizó escuelas, hospitales, bancos y empresas privadas en 1965-1966, la Congregación Salesiana sufrió una crisis. Los misioneros extranjeros fueron expulsados, y retornaron después de la Segunda Guerra Mundial. El P. Giacomin, providencialmente, se formó de manera personal y de esta manera pudo permanecer en el país. Muchos Salesianos, en particular los salesianos laicos y los clérigos, abandonaron la Congregación o se unieron a los seminarios diocesanos. El P. Giacomin permaneció, no solo para vivir sino también para morir en el campo.