A pesar de la historia social y política, los Salesianos de ambos países están estrechamente vinculados y son la inspiración del trabajo. Los primeros misioneros fueron enviados a Corea desde el Japón el año de 1954, pocos meses después del final de la Guerra de Corea. Hasta 1972 la Delegación Salesiana de Corea era parte de la provincia de Japón, y aunque ahora Corea del Sur es una provincia autónoma, subsiste mucho contacto entre las dos realidades salesiana.
En este sentido, por ejemplo, el año 2002 se inició entre las Inspectorías el intercambio de los jóvenes salesianos en el período de sus primeros cinco años. El evento se lleva a cabo cada dos años, una vez en Japón y uno en Corea del Sur y permite aprender de la cultura del otro y disfrutar del espíritu de comunión.
Fue durante uno de estos intercambios que el P. Chang comenzó a pensar en la posibilidad de un servicio misionero en Japón. “Conociendo la situación de la Inspectoría Salesiana y de la Iglesia en Japón, me di cuenta de la necesidad de salesianos jóvenes. También el número total de católicos en Japón es muy pequeña en comparación con la población total”. Luego de un cuidadoso discernimiento, el P. Chang se encuentra en la casa de formación de Chofu, con un programa de permanencia de 3 años.
Como sucede a menudo, en un principio se tienen dificultades con el nuevo idioma, pero la comunidad salesiana que lo acoge le está facilitando la inserción en la cultura y en la comunidad.
"No sé lo que pasará en los próximos tres años - concluye - Sin embargo, encomiendo completamente al Espíritu Santo que me ha guiado hasta este punto en esta aventura. Citando el Aguinaldo del Rector Mayor para el 2016, yo ya estoy experimentando la aventura del Espíritu a lo largo de este viaje”.