Por: Jennifer Passerino
Los momentos más significativos del viaje fueron vividos en el centro de acogida para adultos y el hogar para menores de los “Misioneros de los Pobres” en Cap-Haitien. Los 80 niños que han sido acogidos en la comunidad tienen algún tipo de discapacidad física e incluso mental. Los estudiantes dedicaron su tiempo a cuidar a las personas mayores, ofreciendo los servicios prácticos como la atención y el cuidado humano; ayudándoles a comer, afeitarse la barba, cortarse el pelo y las uñas, pero sobretodo, tratando de entablar una amistad que les hace falta.
En el hogar para menores alberga a unos 30 niños y algunos tienen alguna discapacidad. También en este caso, el cuidado humano a los niños fue integral. La delegación salesiana ayudó a algunos de ellos que se encuentran completamente necesitados de asistencia, de limpieza, de comida… Y, obviamente, ellos jugaron y se mostraron muy fraternos.
“Era casi imposible no ver la fragilidad de aquellos a quienes servíamos y no reconocer al mismo tiempo nuestras verdaderas debilidades”, dijo el Sr. Travis.
Otros eventos que tuvieron durante la semana misionera, tocaron profundamente a los estudiantes salesianos. Por ejemplo, con motivo de la participación a dos funerales, uno de un niño y el otro de una anciana, todos se conmovieron por la dignidad con la que la comunidad acompañaba a los muertos con oraciones y con mucho respeto.
El grupo conoció al P. Attilio Stra, un misionero salesiano en Haití. Conocieron la labor misionera con los niños de la calle que realiza muy cerca de la presencia salesiana. Entre los numerosos puntos de reflexión ofrecidos por el salesiano, sorprendió a los presentes, cuando el P. Stra recordó el momento en que vio claramente de cómo eran tratados los niños de la calle: “De ahora en adelante no le daré más dinero, les daré mi vida”, y desde aquel momento se dedica a servir a los niños de la calle.