El Papa utilizó el binomio "'Pedro-comunidad', ya que la experiencia de los apóstoles siempre tiene este doble aspecto, personal y comunitario. Van juntos y no podemos separarlos. Somos, sí, llamados individualmente, pero siempre para ser parte de un grupo más grande. No hay selfie vocacional. La vocación requiere que otro te tome la foto: ¿qué podemos hacer?"
Francisco también hizo referencia a los escándalos con que se han manchado algunos sacerdotes (había previamente tenido también una reunión privada con algunas víctimas de abusos por parte de sacerdotes y religiosos) y se sumergió en el sufrimiento de las víctimas, sus familias y el dolor de esa parte de la comunidad siempre fiel: "Conozco el dolor que han significado los casos de abuso contra menores y sigo cuidadosamente lo que hacéis para superar este grave y doloroso mal. Dolor por el daño y el sufrimiento de las víctimas y sus familias, que vieron traicionada la confianza depositada en los ministros de la Iglesia".
El Papa también se ha abierto a la realidad de Chile y a los desafíos de los que a veces se dice: "nos olvidamos de que la tierra prometida está frente a nosotros". Que la promesa es de ayer, pero para mañana. Y podemos caer en la tentación de cerrarnos y aislarnos para defender nuestras posiciones que terminan siendo nada más que bellos monólogos".
El Papa siguió explicando que "el Pueblo de Dios no espera, ni necesita superhéroes; espera a pastores, personas consagradas, que conocen la compasión, que saben cómo detenerse ante los que han caído".
Por último, concluyó invitando a toda la comunidad a preparar el corazón "una especie de testamento espiritual", inspirado en el cardenal salesiano de Chile Raúl Silva Henríquez, y a renovar su sí a Dios "con esa hermosa oración que empieza diciendo: 'La Iglesia que amo es la Santa Iglesia de todos los días ... la tuya, la mía, la Santa Iglesia de todos los días ... '".