Los padres de Edo murieron cuando era niño y este escenario en Ghana afecta a la situación social. Aunque fue enviado junto con sus hermanos a la región del Lago Volta, su abuela pobre y anciana, no pudo atenderlos y aceptó la oferta de un pescador para que empezaran a trabajar. Desde aquel momento dejó de ir a la escuela y después de varios años fue rescatado por una ONG que se ocupa de los niños explotados y fue entregado a los Salesianos.
Desde que llegó al “Boys Home” (Casa de Chicos) de Don Bosco, en Sunyani, se supo que no le gustaba la escuela y que quería aprender un oficio. Estuvo tres años en el programa escolar y viviendo junto al resto de menores y adolescentes. Cuando aprendió a leer y a escribir, los Salesianos le proporcionaron la oportunidad de aprender carpintería y cerrajería en un taller.
El objetivo de Edo es regresar a su aldea y montar allí un negocio. Durante el año visita tres veces a su abuela y a sus hermanos para no perder el contacto familiar. Ha encontrado una forma de vida, a tal punto que su tutor está contento que le da el desayuno todos los días y una gratificación semanal por los trabajos que realiza de manera personal.
Con la sonrisa en la boca, se muestra muy agradecido a Don Bosco y a los Salesianos, porque gracias a ellos es consciente de que cuando regrese a su aldea trabajará en lo que le gusta y será su propio jefe. Su sueño es ayudar a otros jóvenes que no han tenido esa oportunidad y siguen trabajando en la pesca durante todos el día.
Como en tiempos de Don Bosco, los Salesianos realizan pequeños contratos con talleres de diversas ramas técnicas para que desarrollen programas de formación de tres años de duración y así los alumnos aprenden el oficio a base de practicarlo a diario.