En Mandalay, la segunda ciudad de Myanmar en número de habitantes, el fenómeno de los niños de la calle es muy preocupante. Los niños de la calle viven al margen de la sociedad en condiciones inhumanas: no tienen acceso a la educación, usan drogas, viven de lo que encuentran en la basura, y solo en algunos casos hacen pequeños trabajos; pero el robar es una de las actividades más frecuentes. La prisión juvenil se hace en condiciones infrahumanas, con escasez de alimentos y sin atención médica, y los salesianos son los únicos que realizan algunas actividades educativas en el recinto penitenciario.
En todo Mandalay existe un centro de acogida para niños de la calle, que es el "Centro Juvenil Don Bosco" y que fue creado el año 2014 y gestionado por los salesianos con pocos recursos disponibles. Actualmente acoge a 25 niños y jóvenes de entre 9 y 16 años. Los Salesianos desean aumentar la capacidad de recepción del Centro llegando a albergar a unas 75 personas y capacitando al personal necesario para apoyar a los que viven en el centro y para la actividad educativa de los muchachos dentro de la prisión juvenil.
Las Hijas de María Auxiliadora trabajan en Hlaling Thar Yar. Las hermanas salesianas se preocupan de la educación, ofrecen alimentos, agua, y atención de salud para los niños de las familias del lugar que son pobres y trabajan mucho en el campo o en las grandes fábricas y no pueden vivir mejor.
El P. Piccinotti concluyó el final de su viaje: “En este lugar, cada niño tiene una historia que contar, cada niño tiene una lágrima que derramar, cada niño tiene una sonrisa que regalar. ¡Decidí dejar mi corazón aquí, en medio de ellos!”