Un fraternal saludo a todos ustedes queridos hermanos y hermanas. EL evangelio de estos días nos lleva a reflexionar sobre la llamada de los apóstoles y de ser enviados a proclamar que Dios está cerca, que Dios sana y que Dios libera... como Jesús mismo lo había hecho.
Para mí ha llegado el momento de ser enviado a otra misión. A partir del este mes de agosto voy a ser parte de la comunidad de los novicios de la Inspectoría de África Occidental de idioma inglés. Voy a dejar Liberia y me cambian a Ghana, es decir de Monrovia a Sunyani, de una misión en medio de la gente, a una comunidad que forma a los futuros salesianos africanos.
Tendré como director al P. Chukwudi Akubueze, que fue aspirante en Onitsha (Nigeria), y voy a tener el encargo de ecónomo de la obra. Será una forma diferente de trabajar por el Reino de Dios: acompañando, apoyando y formando las nuevas generaciones de salesianos africanos.
Mi gratitud a todos ustedes por la forma por haber compartido la misión. Ustedes han sido siempre cercanos y, al mismo tiempo han sido hermanos y hermanas de la misión. Lo han hecho con afecto, con la oración y con el continuo apoyo económico. En el Evangelio de Mateo que leemos estos últimos días no dice: “Y cualquiera que dé a uno de estos pequeños un vaso de agua solamente, por cuanto es discípulo, de cierto les digo que no perderá su recompensa. (Mateo 10, 42).
La misión, nuestra misión no termina en este lugar… se muda a otro de los muchos lugares y ambientes de esta gran casa común que es el mundo. Yo sé que para usted, el respeto a los misioneros del Evangelio no es una respuesta emocional del corazón...es el testimonio de la fe. Es una prueba cierta que uno es fiel a Jesús y su Evangelio.
Un abrazo fraterno y con la bendición de Dios sobre ustedes y sus familias.
Padre Nicola Ciarapica, 01 de agosto de 2017