Aminata fue la primera chica que conoció en la calle el misionero salesiano P. Jorge Crisafulli cuando comenzó en septiembre un programa que pretende visitarlas en sus lugares de trabajo, donde están rodeadas de alcohol y drogas, oscuridad y peligros, para ayudarlas, darles refugio, sanidad, alimentación, educación y, en la medida de lo posible, reinsertarlas con sus familias.
Desde entonces va y viene al “Girls Shelter” (Refugio de Chicas) cuando tiene hambre o necesita algo. Fue la única de su grupo que se resistió a abandonar la prostitución y empezar una nueva vida.
“Es un reto que Aminata deje la calle y creo que cada vez estamos más cerca de conseguirlo. Le cuesta asimilar normas y horarios porque se ha criado en la libertad de la calle”, asegura Crisafulli.
Consigue no más de 15.000 leones (menos de 2 euros) por encuentro y cobra más por hacerlo sin preservativo: “Los hombres lo prefieren así, pero muchos no pagan después o incluso te pegan y te roban todo”, reconoce Aminata.
Tiene “miedo por vivir en la calle porque he visto a muchas compañeras morir enfermas y estoy muy agradecida por lo que Don Bosco está haciendo por mí”.
Cuenta con naturalidad cómo la Policía, cuando hace redadas en la calle, que incluso exigen tener relaciones sexuales, situación que ha sucedido algunas veces con la finalidad de para ponerla en libertad; o cómo las mafias chinas las llevan a sus barcos… “pagamos por ese transporte, pero también ellos nos pagan más, hasta 350.000 leones –unos 40 euros-, pero son situaciones muy desagradables”, asegura Aminata.
Sin embargo, después de hablar con ella, volvió a la calle porque sigue sin convencerse de que hay otra vida mucho mejor.
Fuente: www.misionessalesianas.org