Durante más de un año, el Instituto Don Bosco de Tournai es el hogar de cinco jóvenes. El profesor Flore Dubois conduce un curso de francés para extranjeros: “Los muchachos siguen cursos en todas las materias: francés, matemáticas y ciencias, inglés, religión, educación física, diseño y música. Hay un espíritu de cooperación entre ellos. Si alguien no entiende un ejercicio, otro le ayuda. Los mayores tienen la motivación de buscar un trabajo, con la esperanza de ser capaces de permanecer en Bélgica, una vez que sean ancianos”.
Doscientos kilómetros al este, en Remouchamps, la Directora de la Escuela Don Bosco, Annie Michel, destaca las dificultades: “Nuestras dos clases están llenas de afganos y sirios. No es fácil manejar su comportamiento. He aprendido que los niños en sus países obedecen a las reglas de la escuela, pero en el período de 12 a 18 los maestros no intervienen. No es fácil para estos jóvenes integrarse en nuestras reglas, parece una actitud infantil. Es importante trabajar en la formación, para integrar su código y evitar malos entendidos. A pesar de las dificultades, estos jóvenes tienen una sed de aprender”.
El camino de la Saïdi, un muchacho de 14 años de Afganistán, huyó de los talibanes en Kabul y fue acogido hace 6 meses en la obra de Don Bosco Hornu. Al principio tenía dificultades para aceptar las reglas y a veces y quería cambiar las estructuras. Pero cuando supo que no era posible, cambió de actitud: “Ahora, esta es mi casa”.
Sin embargo, cuando cumpla 16 años, Saïdi tendrá que dejar el centro de Hornu y, como muchos otros, tendrá que encontrar otra "casa" en otros lugares. ¿Qué será de él por su condición de refugiado? ¿Dónde llevará su equipaje?