El 25 de noviembre de 2024, el Santo Padre autorizó al Dicasterio para las Causas de los Santos a promulgar el Decreto referente al milagro atribuido a la intercesión de la Beata sor María Troncatti – nacida en Córteno Golgi (Italia) el 16 de febrero de 1883 y fallecida en Sucúa (Ecuador) el 25 de agosto de 1969 – y actualmente se está a la espera de la fecha de la canonización.
Como todo santo, la figura de sor María Troncatti tiene diversas facetas, entre las cuales se han focalizado algunas para presentarla en el contexto actual y ante la Iglesia. Y desde Fátima, en Portugal, durante la reflexión de “buenas noches” salesiana dirigida a sus hermanas participantes en la evaluación trienal de la Conferencia Interinspectorial de Europa y Medio Oriente, Madre Chiara Cazzuola ilustró la elección realizada.
La imagen es una fotografía auténtica que la retrata sonriente. “De acuerdo con el Consejo General – explicó la superiora general de las HMA – hemos elegido esta foto, en la que ya está avanzada en la vida y que expresa, también por los rasgos de su rostro, esa madurez y maternidad alcanzadas que fueron reconocidas en la hermana María Troncatti precisamente por los indígenas. Tras los primeros acercamientos con ellos, fue ella quien se ganó el título de ‘Madrecita’. Así la llamaron desde el final de su vida y aún hoy se la recuerda con este que, yo digo, es el apelativo más hermoso”.
“Había otras muchas fotos bonitas – continuó la Madre General de las HMA – pero esta nos pareció la que más expresa la plenitud de la vida en Jesús, la plenitud del don y también la plenitud de la maternidad”.
En cuanto al eslogan, este dice: “Madre Misionera Artesana de paz y reconciliación”. También en este caso, Madre Chiara Cazzuola justificó la opción realizada: “Sor María Troncatti es madre, ante todo. Es misionera, porque lo que hizo, con la fuerza de Dios y la sabiduría del Espíritu Santo, solo una misionera de corazón grande y generoso puede hacerlo. Es artesana de paz y reconciliación porque, en su misión constante, siempre trató de poner de acuerdo a los colonos con los indígenas, porque era una guerra recíproca”.
“Y su vida – concluye la religiosa – fue ofrecida precisamente para sanar una lucha fratricida que podría haber dejado muchas víctimas, fue ofrecida para que hubiera paz entre estos dos pueblos”.