Tras tres semanas de intenso trabajo teórico-práctico en el difícil arte de acompañar a los jóvenes en las primeras etapas de su formación, en los últimos días, en la sede de Genzano de Roma, también estuvieron presentes el consejero general para la Pastoral Juvenil, el padre Miguel Ángel García Morcuende, y el procurador general de la Congregación Salesiana, el padrePier Fausto Frisoli.
En la última noche del encuentro, el consejero general para la Formación, el padre Ivo Coelho, presidió la eucaristía, agradeciendo a los participantes y al equipo que animó el curso. En sus palabras, subrayó la importancia de que los maestros de novicios expresen la paternidad según el Sistema Preventivo de Don Bosco, como una ocasión para madurar en la confianza y fomentar el discernimiento.
El curso concluyó con la entrega a cada maestro de novicios de una carta de San Luis Versiglia, quien fue el primer director y maestro de novicios del noviciado de Genzano
Escribió el protomártir y santo salesiano:
Queridos hermanos, Maestros de novicios de nuestra amada Congregación, les escribo a todos ustedes con el corazón lleno de alegría y responsabilidad, consciente de la tarea extraordinaria que el Señor nos ha confiado: formar a los jóvenes hermanos, capacitándolos para vivir y transmitir el carisma salesiano en el mundo.
Nuestro rol, tan privilegiado como exigente, nos coloca como guías y custodios de las primeras chispas de vocación que Dios enciende en el corazón de estos jóvenes. Ellos nos miran como ejemplos vivientes del Evangelio y como testigos del amor de Don Bosco. El objetivo de la formación no puede limitarse a la transmisión de conocimientos, sino que tiene como fin arraigar en ellos el “da mihi animas, cetera tolle”.
Permítanme compartir algunas reflexiones que considero particularmente urgentes:
La cercanía paterna: Nunca olvidemos que nuestro modelo es el Buen Pastor. La presencia entre los novicios, afectuosa y constante, es la primera herramienta educativa. Deben sentirse amados y acompañados, especialmente en los momentos de duda o dificultad.
El ejemplo de vida: Más que las palabras, son nuestras acciones las que hablan. La coherencia entre lo que enseñamos y lo que vivimos es esencial. Los novicios nos observan y en nuestros gestos encuentran la respuesta a su búsqueda de sentido y fe.
La centralidad de la eucaristía y de María: Enséñenles que la fuerza para nuestra misión se encuentra en el sagrario y en la mirada materna de María Auxiliadora. En la celebración diaria, guíenlos a hacer de la eucaristía el corazón de su día. Allí encontrarán el Sagrado Corazón de Jesús. La oración mariana, comunitaria y personal, será el puerto seguro en las tormentas de la vida.
El espíritu de familia: Cultiven en los novicios el sentido de pertenencia a una comunidad. Enséñenles a ver a la Congregación como una familia, donde cada uno contribuye con sus dones al bien común y donde el amor fraterno es un signo de la presencia de Dios. Queridos hermanos, no olvidemos que nuestro trabajo es ser sembradores. No siempre veremos los frutos, pero el Señor, en su Providencia, hará que crezcan y maduren en el momento oportuno. Confiemos en Él y en la fuerza de nuestro carisma.
Los abrazo a todos con afecto y gratitud por su dedicación y los encomiendo a la protección de María Auxiliadora y de San Juan Bosco.
Con afecto fraterno,
Don Luis Versiglia, SDB
Maestro de novicios
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