El nuevo sistema de agua, completado en el pasado verano, ha asegurado agua limpia y confiable – disponible para beber, para cocinar y para la higiene personal – para los quinientos cincuenta y ocho estudiantes de la escuela salesiana, el personal, otros miembros del campus y los habitantes de la comunidad cercana. El nuevo sistema también garantiza que el campus no se inunde más en caso de lluvias fuertes, controlando el impacto del agua que fluye sobre el terreno. Además, con la adición de este sistema, los salesianos ahorran en las costosas facturas de agua y pueden reinvertir el dinero en la escuela.
Okori Timothy, de diez años, es uno de los estudiantes que se ha beneficiado del proyecto. "Antes del nuevo sistema de agua, mis amigos y yo teníamos dificultades para conseguir el agua necesaria para lavar la ropa y para bañarnos; y durante la temporada de lluvias, era difícil jugar porque el campo se inundaba. Este nuevo sistema de agua está resolviendo ambos problemas. Tenemos el agua que necesitamos y podemos usar el campo para jugar y estar con nuestros amigos".
Don Bosco CALM recupera, rehabilita e inserta en la sociedad a los niños de la calle. Los salesianos cubren sus necesidades básicas, como alimentos, alojamiento, seguridad y vestimenta, y al mismo tiempo les ofrecen educación y actividades socioculturales y recreativas, como programas deportivos, para ayudar a los jóvenes a tener un futuro lleno de oportunidades y esperanzas.
Los salesianos trabajan principalmente con chicos sin familia, huérfanos, maltratados y desatendidos; además, brindan apoyo a otros jóvenes y niños vulnerables, incluidos aquellos afectados por el VIH/SIDA. Sin embargo, en el Don Bosco CALM, todos estos menores pueden asistir a las escuelas primarias, y algunos continúan luego con las escuelas secundarias salesianas o los institutos de formación profesional.
A pesar de que Uganda tiene una tasa de alfabetización del 73% o, solo el 23% de los ugandeses ha completado la educación secundaria y, según el Banco Mundial, casi el 21% de la población ugandesa vive por debajo del umbral de pobreza – cifra que asciende al 33% en la región norte, donde la pobreza es mayor. Y aunque en los últimos veinte años el país ha registrado cierto crecimiento económico y una mejora en el índice de desarrollo humano de las Naciones Unidas, en 2024 seguía estando en la parte baja de la clasificación, en el puesto 159° de 193 países.