La fiesta comenzó con una serie de actividades que ya se habían iniciado durante la semana, en el marco de juegos, las olimpiadas salesianas, y la presencia de muchas asociaciones deportivas y no deportivas del territorio que desearon ser parte de la red de vida organizada por los Hijos de Don Bosco. Para la ocasión, la Arquidiócesis de Ancona-Osimo también decidió homenajear de manera significativa la acción social de los salesianos, eligiendo el patio salesiano, frecuentado por jóvenes de más de ciento un países, como sede para la vigilia diocesana de los migrantes.
El programa general incluyó el miércoles 2 de octubre la ceremonia de apertura de las festividades, seguida de juegos en el patio, deportes de varias disciplinas y tipos (también para personas con discapacidades), talleres de arte, la cena juvenil y la adoración eucarística.
El jueves 3, además de los talleres recreativos, en los cuales está prevista la participación de la Policía Estatal y de los Bomberos, por la tarde tuvo lugar una mesa redonda organizada por el Cinecircolo Giovanile Socio-culturale “Dorico”, sobre el tema “125: las raíces y las nuevas semillas”, con la proyección de un cortometraje de Davide Vassallo cuyo protagonista es Tarik, un joven que ha realizado el Servicio Civil en el Oratorio. Al evento asistieron diversas autoridades civiles y del Tercer Sector.
El viernes 4 de octubre, en cambio, después de los juegos en el oratorio y la exhibición del equipo de fútbol local, el SSC Ancona, tuvo lugar la Vigilia Diocesana para los Migrantes, con la presencia del Arzobispo Monseñor Angelo Spina, y un tiempo de reflexión y oración sobre los desafíos relacionados con la migración. La velada estuvo acompañada de una cena étnica, para degustar platos provenientes de diferentes culturas, y del espectáculo juvenil titulado “El Sueño de los Nueve Años”, inspirado en la visión de Don Bosco de 1824.
“El nuestro oratorio se ha convertido en un hogar que acoge y abraza a los jóvenes más allá de la cultura o religión de origen y ha ofrecido a todos una experiencia familiar”, afirmó el padre Giampiero De Nardi, Director de la comunidad salesiana de Ancona. “Hemos querido compartir estos tres días de fiesta y belleza y reabrir las puertas del oratorio al corazón de nuestra comunidad, ofreciendo a los jóvenes la posibilidad de descubrir nuevos horizontes, vivir experiencias que de otro modo no habrían encontrado, y crecer juntos, entre deporte, amistad y compromiso”.
El último acto de la fiesta se vivió el domingo 6 de octubre, con la Celebración Eucarística presidida por padre Martoglio, quien durante la celebración también confirió el mandato a todos los operadores pastorales. Durante la celebración, también en relación con la liturgia del día, se subrayó el valor de la familia y el papel que la comunidad cristiana puede desempeñar para ser “familia para quien no tiene familia”. “En el oratorio está el amor de Dios que espera, acoge, escucha y abraza. Allí los jóvenes son esperados con amor. Allí redescubren la vida y la esperanza”, se recordó.
Por ello, la invitación del Vicario del Rector Mayor a los presentes fue vivir “un año de servicio, para hacer que muchos jóvenes tomen conciencia de ser amados”.
La primera piedra de la obra salesiana fue colocada en Ancona en 1899, cuando la ciudad comenzaba a expandirse hacia la estación de tren. En aquel entonces ubicada en un campo abierto, ahora se encuentra en el centro de uno de los barrios más multiculturales de la ciudad. El oratorio acoge hoy a más de seiscientos niños y jóvenes, atendidos por ciento veinte voluntarios, quienes se alternan en las actividades didácticas y formativas, junto a cinco sacerdotes y un coadjutor.
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