Los muertos superan el medio millón, hay más de 1,6 millones de heridos y más de 11 millones de desplazados. En este contexto, los Salesianos continúan atendiendo lo más normal posible, en un escenario rodeado de violencia, sin agua, sin apenas luz y con escasez de comida.
La violencia que vive Siria comenzó en marzo de 2011. El P. Alejandro León, misionero salesiano en Siria, aclara que “no es una guerra civil, es una guerra entre dos ejércitos, uno el sirio y otro formado por muchas nacionalidades, más de 80, con muchas fuerzas pero también con muchos intereses”.
Los Salesianos en las tres presencias salesianas en Siria (Alepo, Damasco y Kafroun) han tenido que vivir situaciones durísimas, “como cuando un niño que esperaba un autobús para venir a nuestra obra fue asesinado por un misil, o cuando dos jóvenes animadores y su madre murieron en su casa durante un bombardeo”, recuerda Alejandro.
En Siria, reconoce Alejandro, “cada miembro de una familia tiene muertos a los que llorar y el problema es el dolor, que puede generar venganza”.
“Hemos visto muchas bendiciones y muchos milagros: la guerra ha conseguido lo que no habíamos logrado los misioneros antes; una fe inquebrantable en los jóvenes. La guerra ha destruido corazones y la humanidad de muchos, pero otros muchos han descubierto una verdadera fe ante la que hay que descubrirse”.
¿En realidad a quién le importa las cifras?: “El número de refugiados supera los dos millones sin recibir ayuda humanitaria. Cuatro millones y medio de personas se encuentran desplazadas. Y cuatro millones de niños en serio peligro”.