Por: Mario Pérez SDB
“De vuelta en Mbuji Mayi, donde me esperan unos 30 niños tomados como rehenes, que la gente quería quemarlos, acusados de ser hechiceros. Los niños tenían entre 3 y 14 años. Estaban en un albergue creado y sostenido por una mujer del pueblo que ya no vivía en esa casa, se había ido a otra ciudad. El jefe del pueblo no estaba contento con la presencia del refugio, porque nada de lo que recibían les llegaba como regalo”.
Poco tiempo después, una persona del pueblo murió. El jefe del pueblo aprovechó la situación afirmando que eran estos niños los culpables, no sólo esto, sino también de otros eventos adversos que ocurrieron en el pueblo. El personal del albergue tuvo que huir de la ira de la multitud y algunos de ellos fueron agredidos. Rodearon la casa y los niños fueron encerrados durante 3 días sin agua y sin comida.
Esta historia me contó el juez de menores la noche de mi llegada. Decidimos encontrar una manera de llevarlos a nuestro Centro Don Bosco y se ideó un plan: A la mañana siguiente nos alquiló una camioneta y lo llevamos muy cerca de la casa donde estaban los niños y luego; un grupo de policías fue enviado por el juez a dicha propiedad donde estaban reunidos el jefe del pueblo y toda la comunidad. El grupo, distraído por la llegada de la policía, no se dio cuenta de la fuga de los niños de la casa. Se consiguió el autobús donde lo esperaba en secreto y partieron rumbo al Centro Don Bosco.
Los niños no entienden por qué corrían el riesgo de morir, por qué no podían salir de la casa en busca de agua y comida o por qué la multitud los ofendían e iban contra ellos tildándoles de “hechiceros, serpientes”. Ahora se encuentran en condiciones de seguridad y en lugar donde pueden jugar, correr, e incluso ir a la escuela.
Alabado sea Dios y gracias a ti. Muchos niños inocentes todavía nos necesitan.