Es en la "Generala", hoy el Instituto Penal Juvenil "Ferrante Aporti", donde Don Bosco, enviado por su padre espiritual, San José Cafasso, concibe su Sistema Preventivo. Visitando y hablando con los "jóvenes indóciles y en peligro" y escuchando las preocupaciones de aquellos chicos sin una familia de referencia, el santo turinés inventa el oratorio. Es por eso que desde entonces los capellanes del "Ferrante Aporti" son salesianos.
Como el Padre Ricca, quien dejó este mundo después de una enfermedad que lo afectó poco después de concluir su ministerio de más de cuarenta años como capellán en el Instituto Penal Juvenil. El salesiano, "Padre Mecu" para todos sus muchachos, tuvo numerosas responsabilidades y asignaciones, en toda Italia y más allá. Pero el centro de su vida fue todo para los jóvenes encarcelados, tratando de ser como Don Bosco quería que fueran sus salesianos: sacerdotes de oratorio, sacerdotes de patio. Por eso eligió titular el libro de entrevistas sobre su experiencia como salesiano en la prisión juvenil turinesa, cuyos ingresos por derechos de autor se destinaron íntegramente a becas de estudio y trabajo para los jóvenes encarcelados, "El patio detrás de las rejas: mi oratorio en el Ferrante Aporti" (Marina Lomunno, Elledici, Turín 2015).
Porque es el estilo del sacerdote de oratorio el que el Padre Mecu tenía en el Ferrante, y como había aprendido de joven sacerdote a estar en el patio, informalmente, charlando con los muchachos, así también estaba cuando los jóvenes encarcelados habían cometido delitos graves. "Cuando abría el oratorio - cuenta el Padre Ricca en el libro citado - me ponía como lo hice en el 'Ferrante' en la puerta: 'Buenos días, hola'... Me presentaba... 'Soy el capellán, si me necesitas, búscame'. Y después de tres días veo de nuevo al chico y digo: 'Pero tú vienes de aquel pueblo, ¿conoces por casualidad a ese cura...?' Así que no tenía ni idea de cómo ser capellán, lo único era hacer las cosas que hacía en el oratorio". Y funcionó: "Sacerdote de oratorio, un sacerdote para charlar... y de ahí nace todo".
El Padre Ricca había aprendido la lección de Don Bosco. "En cada joven, incluso en el más desgraciado, hay un punto accesible al bien y el primer deber del educador es buscar este punto, esta cuerda sensible del corazón y sacar provecho de ella", afirmaba Don Bosco. Y sus palabras son la síntesis de la vida del Padre Ricca, dedicada a la redención de los jóvenes nacidos en la "cuna equivocada", como solía decir.
En Turín era un punto de referencia para quienes se ocupan del desamparo juvenil, así como lo era para los jóvenes encarcelados, a quienes acompañaba incluso después de cumplir su condena, y también para todo el personal del "Ferrante": agentes, trabajadores sociales, educadores, dirección, voluntarios que animaban la Misa dominical en la capillita que él mismo había reabierto colocando una estatua de Don Bosco, gracias a una donación de amigos.
Y, justo en ocasión del Año de la Misericordia convocado por el Papa Francisco, fue gracias a la invitación del Padre Ricca que el entonces Arzobispo, Mons. Cesare Nosiglia, abrió una Puerta Santa también en la capilla del "Ferrante", con la intención de hacer sentir a los jóvenes encarcelados parte viva de la comunidad cristiana. Y en esa celebración, al igual que en las Misas dominicales presididas por el Padre Ricca, participaron todos los jóvenes encarcelados, la mayoría ortodoxos y musulmanes.
El Rector Mayor de los Salesianos, Cardenal Ángel Fernández Artime, al enterarse de la noticia de su fallecimiento, lo recordó así: "¿Qué decir de nuestro querido hermano Padre Mecu? Es difícil porque no se puede reducir la vida de una persona a unas pocas líneas. Pero elijo un aspecto entre tantos. Nuestro padre Don Bosco había conocido la dura realidad de la cárcel junto a su maestro y guía espiritual, San José Cafasso, y vivió en la 'Generala' para decirle al Señor que haría todo lo posible para evitar que los chicos terminaran en la cárcel. Así que Don Bosco fundó el primer oratorio en Valdocco y de ahí partió todo. Hoy decimos adiós a un hijo de Don Bosco, nuestro querido Padre Mecu, que ha dedicado toda su vida de salesiano a acompañar a los jóvenes que llegaron al 'Ferrante', donde Don Bosco y todos nosotros nunca hubiéramos querido que entraran. El Padre Mecu amaba realmente a los jóvenes, especialmente 'aquellos que habían tenido menos', y lo hacía por Amor al Señor Jesús y con un corazón que imitaba el de Don Bosco".