Para conmemorar la Venerabilidad del Padre Carlo Crespi, declarada por el Papa Francisco el pasado 23 de marzo, la asociación que lleva su nombre y las parroquias de Legnano propusieron tres días de actividades.
El viernes 20 de octubre, en la basílica de San Magno, el Padre Pierluigi Cameroni, Postulador General de las Causas de los Santos de la Familia Salesiana, y Mariafrancesca Oggianu, curadora de la Positio, evocaron la versatilidad de su figura como religioso, así como amante y promotor de la cultura.
El sábado 21, el centro parroquial de San Magno organizó una exposición fotográfica sobre su vida.
El domingo 22, nuevamente en la basílica de San Magno, el Padre Cameroni presidió la Eucaristía, durante la cual el Sr. Carlo Riganti, Presidente de la Asociación Carlo Crespi, leyó el Decreto de Venerabilidad.
Durante la homilía, el Padre Pierluigi Cameroni, inspirándose en el mensaje del Papa para la 97ª Jornada Mundial de las Misiones, presentó a Don Crespi como un misionero de corazón ardiente, que escuchaba la voz de Dios desde joven, a través de un sueño revelador, que lo llamaba a tierras lejanas. "Estudiaba aún en el Colegio Sant'Ambrogio (Milán). Me acababa de dormir y la Virgen se me apareció en un sueño y me mostró una escena: por un lado, el demonio que quería atraparme y arrastrarme; por otro lado, el Divino Redentor, con la cruz, me mostraba otro camino. Estaba vestido de sacerdote y tenía barba; estaba en un púlpito viejo, rodeado de una multitud de personas deseosas de escuchar mis palabras. El púlpito no estaba en una iglesia, sino en una cabaña."
Al mismo tiempo, el Padre Cameroni enfatizó su capacidad para escuchar la voz de los pequeños y los pobres, cuya dignidad promovió con la fuerza del amor. "Don Crespi es un patriarca de Cuenca. Para muchos, es un santo. Para todos, un sacerdote de corazón grande, tierno y generoso. ¡Cuántos se han beneficiado de las primeras obras de este sembrador de escuelas, campos deportivos y comedores para niños pobres!"
Además, Don Crespi fue recordado como un misionero con ojos abiertos, admirador de la naturaleza, especialmente fascinado por la belleza y los misterios de la selva amazónica, como lo escribió en sus cartas: "Tantas, muchísimas veces, absorto en la sublime contemplación de la naturaleza, me sentí abrumado por el Poder Creador de Dios, humillado ante la visión de un mundo nuevo, aún en gran parte inexplorado por la ciencia." También contemplaba el misterio eucarístico, fuente de su labor y creatividad apostólica: "Mi vida está a los pies del Tabernáculo durante horas, y de allí proviene la bendición sobre estas obras, y el sacrificio continuo; hay deficiencias, pero Dios me las perdona."
Finalmente, se destacó su espíritu de misionero inquebrantable, siempre explorando la selva amazónica para conocer y evangelizar al pueblo Shuar, y recorriendo las calles de Cuenca para llevar la Buena Nueva a través de la educación de los más pequeños y los más pobres. Estas palabras, pronunciadas tras su muerte en Cuenca, el 30 de abril de 1982, ilustran la vida y la misión del Padre Carlo Crespi: "Siempre con una sonrisa de niño en los labios; con tus ojos vivaces mientras bailaba alegremente, con los dedos de tu mano derecha que desgranaban nerviosamente las cuentas de tu viejo y desgastado rosario. ¡Toda tu vida fue un himno de alabanza a Dios y una dedicación amorosa a los hombres! Era contemplativo en la acción, un monje de Dios en medio del pueblo pecador".
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