Que se aseguren los caminos recorridos por los migrantes, para que no caigan en manos de las redes criminales que lucran con ellos, y se comprometan a ampliar los canales migratorios regulares. Esto es lo que el Papa pide, hablando frente a "Angel Unawares", la escultura que representa a esos migrantes y refugiados, a esos "hombres y mujeres de todas las edades y procedencias, en medio de ellos, los Ángeles que los guían", que pierden la vida en las rutas migratorias o sobreviven sin que se les reconozca dignidad y derechos.
Partiendo de la parábola del buen samaritano, el Papa se detiene en los peligros de las nuevas rutas migratorias "que atraviesan desiertos, bosques, ríos y mares". "¿Cuántos hermanos y hermanas hoy se encuentran en la misma condición del viajero de la parábola? ¡Muchos! ¿Cuántos son robados, despojados y golpeados en el camino? Parten engañados por traficantes sin escrúpulos. Luego son vendidos como mercancía. Son secuestrados, encarcelados, explotados y esclavizados. Son humillados, torturados y violados. Y muchos, muchos mueren sin llegar nunca a su destino. Las rutas migratorias de nuestro tiempo están pobladas de hombres y mujeres heridos y dejados medio muertos, de hermanos y hermanas cuyo dolor clama ante Dios. A menudo son personas que huyen de la guerra y el terrorismo, como desgraciadamente vemos en estos días", dijo el Santo Padre.
Hoy, al igual que en tiempos del buen samaritano, "hay quienes ven y pasan de largo, ciertamente dándose una buena justificación, en realidad por egoísmo, indiferencia y miedo, esa es la verdad", añadió luego.
Papa Francisco continúa: "En cambio, ¿qué dice el Evangelio de ese samaritano? Dice que vio a ese hombre herido y sintió compasión (v. 33). Esta es la clave. Y la compasión es la impronta de Dios en nuestro corazón. El estilo de Dios es cercanía, compasión y ternura: ese es el estilo de Dios (...) Al igual que el buen samaritano, estamos llamados a acercarnos a todos los viajeros de hoy, a salvar sus vidas, a sanar sus heridas, a aliviar su dolor. Para muchos, desafortunadamente, es demasiado tarde y no nos queda más que llorar en sus tumbas, si tienen una, o el Mediterráneo se ha convertido en su tumba. Pero el Señor conoce el rostro de cada uno y no lo olvida".
El buen samaritano, al socorrer al pobre viajero, cumple con los cuatro verbos que "resumen" la acción con los migrantes: acoger, proteger, promover e integrar: "los migrantes deben ser acogidos, protegidos, promovidos e integrados". Y así como las migraciones presentan desafíos en la actualidad, también pueden representar oportunidades para sociedades "más inclusivas, más hermosas, más pacíficas".
"Todos debemos comprometernos a hacer el camino más seguro, para que los viajeros de hoy no caigan víctimas de los bandidos", exhortó Francisco. "Es necesario multiplicar los esfuerzos para combatir a las redes criminales, que especulan con los sueños de los migrantes. Pero también es necesario indicar rutas más seguras. Por eso, debemos comprometernos a ampliar los canales migratorios regulares".
Las políticas demográficas y económicas deben dialogar con las políticas migratorias, poniendo siempre en el centro a los más vulnerables. Luego, se debe promover "un enfoque común y corresponsable en la gestión de los flujos migratorios, que parecen destinados a aumentar en los próximos años".
El Papa concluye pidiendo que estemos cerca de los migrantes y refugiados que llaman a nuestras puertas e invitando a un minuto de silencio para recordar a quienes han perdido la vida en diversas rutas migratorias.