El protagonista de la primera parte de la mañana fue el padre Sergio La Pegna, Superior General de los Padres Doctrinarios, cuyo fundador, el padre César de Bus, fue canonizado justo el año pasado. El religioso, funcionario de la Congregación para las Causas de los Santos, presidió en primer lugar la misa matutina. En la celebración destacó el papel de María en la historia de la salvación ("María siempre nos lleva a Jesús") y el de los santos como colaboradores e intercesores ("los santos también hacen lo mismo: siempre nos llevan a Jesús"), identificando claramente cómo la verdadera santidad no hace otra cosa que multiplicar y difundir la única luz que viene de Dios.
A continuación, el P. La Pegna profundizó en el tema de los milagros, manifestación extraordinaria de una "intervención directa de Dios" y, por esta razón, diferente de las "gracias" que se pueden recibir. Con palabras claras, ejemplos concretos y una buena dosis de humor, explicó por qué, para tener "certeza absoluta" en el reconocimiento de la santidad de una persona, la Iglesia requiere un milagro, ya que no considera suficiente por sí sola la fama de santidad: "El milagro se considera una respuesta amorosa de Dios, un signo fehaciente de que la persona invocada está en el Paraíso y desde allí puede interceder por los fieles de la Iglesia peregrina en la tierra", aclaró.
Por último, presentó las características necesarias para reconocer un milagro: los elementos científicos y teológicos. En el caso ampliamente mayoritario de los milagros, el de las curaciones, los elementos científicos requieren la colaboración del personal médico, llamado no a pronunciarse sobre el milagro, sino simplemente a hacer su trabajo de manera competente: presentar el diagnóstico inicial, el pronóstico previsto, la terapia seguida y la atestación de una curación "instantánea -o en todo caso muy rápida- completa y duradera". El elemento teológico, por su parte, sirve para establecer el nexo causal entre la intercesión de la figura de la santidad y el supuesto milagro: se fundamenta en la atestación de que hubo, antes del acontecimiento milagroso, la invocación de la figura de la santidad.
Tras una animada sesión de preguntas y respuestas, el debate volvió a volar alto, entre el Cielo y la Tierra, examinando el milagro inherente a la Causa de Canonización del salesiano coadjutor Artemide Zatti; el de la Beatificación de María Carola Cecchin, religiosa del Cottolengo; la inexplicable curación en la Causa de Beatificación de Camille Costa de Beauregard, sacerdote diocesano francés; y un supuesto milagro realizado por la Beata Sor María Troncatti, Hija de María Auxiliadora (FMA).
Gracias a las intervenciones de los Dres. Massimo Bonzanino y Maurizio Bruni, médicos y miembros de la Familia Salesiana, y la de Sor Francesca Caggiano, FMA, se examinaron los aspectos médicos y teológicos de los distintos casos, y se vio también cómo en todas las circunstancias el milagro, reconocido o presunto, confirmaba los carismas específicos de sus intercesores: preocupación por los enfermos pobres (Zatti), dedicación a los recién nacidos y a las parturientas (Cecchin), dedicación a los huérfanos (Costa de Beauregard) y dedicación a los indígenas (Troncatti).
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