La guerra comenzó el 15 de abril, pero se ha extendido a muchos otros pueblos y ciudades de Sudán. Sin embargo, apenas se sabe algo del conflicto “por el movimiento restringido de personas”, explica un misionero salesiano. “En la mayoría de las áreas la energía eléctrica ha estado cortada durante varias semanas y las temperaturas siempre están por encima de los 40 grados. Además, el agua corriente se ha convertido en un lujo en la mayoría de las áreas de Jartum y el suministro de alimentos también se ha reducido drásticamente: algunas tiendas han sido saqueadas y muchas otras se han quedado sin existencias”, explica el salesiano.
Los misioneros salesianos en Sudán tienen dos presencias en la ciudad de Jartum la escuela profesional y la parroquia San José y otra en la ciudad de El Obeid, a 500 kilómetros de Jartum. “Las tres presencias han cerrado debido a la inseguridad y peligrosidad reinantes”, recuerda. Los misioneros salesianos de estas comunidades han salido del país, a excepción del director de la escuela profesional, que se mudó a la residencia de las Hermanas Salesianas en Shajara, a siete kilómetros de Jartum.
Las Hijas de María Auxiliadora que viven en Shajara abrieron su presencia en 1989. Son cinco hermanas que dirigen una escuela primaria para niños pobres y que también tienen un centro de promoción de la mujer. Ahora mismo son los únicos representantes de la Iglesia católica en las inmediaciones de la capital de Sudán. La residencia de las Hermanas Salesianas está rodeada de familias pobres que viven en chozas hechas de sacos y láminas de plástico. Debido a la inseguridad por la guerra, las Salesianas han cerrado la escuela primaria y el centro de promoción de la mujer, pero han iniciado una labor de ayuda a cientos de personas pobres.
Las hermanas han abierto sus aulas y su residencia para los pobres y han convertido el espacio en una casa de oración. También se ha convertido en el lugar de recreo para los menores pobres durante el día y en un lugar para dormir durante la noche. Diariamente alrededor de 80 niños y niñas pobres de diferentes edades junto con sus madres viven en el recinto de las hermanas. Por la noche, este número aumenta hasta más de 150 personas que pernoctan en el centro. Las hermanas dan comida a quienes se quedan con ellas durante el día y también dan desayuno diario a cerca de 300 menores pobres y personas que viven alrededor de su residencia. Algunas de las madres se han ofrecido como voluntarias para ayudar a cocinar y cuidar a los niños.
Las misioneras salesianas reúnen a los menores en un salón de clases durante el día y aprenden inglés, matemáticas, dibujo, teatro, canto, juegos de mesa, religión… Y como las balas perdidas hieren a diario a muchas personas que viven en los alrededores de Shajara, y la mayoría de los hospitales de Jartum no tienen medicamentos ni médicos, las Hijas de María Auxiliadora han comenzado también el apostolado con los enfermos y heridos. “Cada día, entre 15 y 20 pacientes heridos acuden a la residencia de las hermanas en busca de ayuda médica”, relatan desde la residencia salesiana.
Para la población pobre de Shajara, la casa y el recinto de las Hermanas Salesianas se han convertido en un oasis donde se encuentra alimento espiritual y material y donde se puede esperar algún tipo de asistencia médica. Con fe y esperanza piden oraciones para que la paz llegue a Sudán, “porque mientras tratamos de que la vida continúe, más o menos, de manera normal”, explican.
Fuente: Misiones Salesianas