Papúa Nueva Guinea – De las misiones en Melanesia al Jardín del Cielo: en memoria del padre Valeriano Barbero, SDB

17 Abril 2023

(ANS - Port Moresby) - El viernes 14 de abril de 2023, día de su onomástico, el padre Valeriano Barbero, SDB, falleció en paz en su ciudad natal de Novara, Italia, a la edad de ochenta y cuatro años, con sesenta y seis de vida religiosa y cincuenta y seis de sacerdocio. El padre Val, como le llamaban cariñosamente, nació el 31 de agosto de 1938 en Novara, Italia. Hizo su primera profesión el 16 de agosto de 1956 en Pinerolo, su profesión perpetua el 14 de abril de 1962 en Bacolod, Filipinas, y fue ordenado sacerdote el 18 de marzo de 1967 en Turín. Tras diez años como misionero en Filipinas, sirvió en la misión salesiana de Papúa Nueva Guinea desde 1980 hasta 2021, siendo uno de los pioneros de esa presencia e incansable educador y evangelizador en aquellas tierras. 

Con motivo de su cincuenta aniversario como sacerdote, el padre Barbero expresó su más sincero agradecimiento a Dios y a sus numerosos amigos por las innumerables bendiciones recibidas: "Gracias, Señor por haberme elegido para ser sacerdote". Recordó los sesenta días que pasó en el hospital en Italia y los consideró una bendición. "Dios nos ha llamado para propósitos especiales en la vida y yo seguiré sirviendo a la Iglesia y al pueblo de Papúa Nueva Guinea. Solo Dios", dijo el misionero, recordando las palabras del Siervo de Dios, padre Carlo Braga, SDB.

"Ahora está con el Señor, a quien amó mucho, y con María Auxiliadora, cuya devoción difundió no solo con sus discursos, sino también con hermosas iglesias", escribe el arzobispo emérito de Rabaul, Monseñor Francesco Panfilo, SDB. 

Monseñor Panfilo prosigue: "Lo conocí cuando yo era salesiano en formación y él era un joven sacerdote, y pronto nos hicimos muy amigos. Puedo decir que no solo era mi hermano en la Congregación Salesiana, sino un verdadero hermano. Todos nos sorprendimos cuando en 1980 dejó Filipinas, donde había sido Director y Ecónomo Inspectorial, para empezar a trabajar en Araimiri, Papúa Nueva Guinea. Me dijo bromeando: "Tú eras inspector y ahora eres obispo, pero yo soy un pionero". Y tenía razón. En Papúa Nueva Guinea, el padre Val dio todo lo que tenía. Cuando hacía mis visitas inspectoriales a Araimiri, me pasaba horas hablando con él, pero cuando llegaba el momento de partir, siempre me iba con el corazón encogido, porque sabía lo duro y difícil que era el trabajo. Cuando llegué a Papúa Nueva Guinea procedente de Filipinas, en mayo de 1997, él estaba construyendo el nuevo Colegio (DBTI). Estuvimos juntos hasta el 8 de septiembre de 2001, cuando fui ordenado obispo de Alotau. Durante esos cuatro años, rezamos juntos, comimos juntos y trabajamos juntos. De hecho, cuando llegó el momento de echar el cemento, los dos nos unimos a los obreros y lo hicimos. Hablaremos de los edificios que construyó: iglesias, aulas, casas para el personal, dormitorios... Pero lo que nos deja es que, ante todo, era un sacerdote, un sacerdote salesiano, y estaba orgulloso de serlo. Era un hombre de oración y sus reflexiones eran espiritualmente profundas. Gestionó millones de dólares para levantar esos edificios, pero puedo atestiguar que estaba desprendido del dinero y de las cosas materiales. Era pobre y muy frugal en su estilo de vida".

"Habiendo trabajado estrechamente con el padre Barbero, SDB, durante veinticuatro años en Papúa Nueva Guinea, puedo decir sinceramente que era un gran hombre. Su grandeza era su humanidad. Como Don Bosco, el padre Val era también un soñador. Soñaba mucho por el bien de los jóvenes; y su devoción a María Auxiliadora estaba profundamente arraigada en su corazón", escribe Vincent Oberes Jr, su estrecho y fiel colaborador.

"El padre Val no tenía medias tintas cuando se trataba de entusiasmo y celo por la misión. El legado que deja es de pasión por las almas, celo por el Reino, entusiasmo por el trabajo. Esta es la esencia de la caridad pastoral, es el sentido pastoral que motiva y sostiene todas nuestras acciones apostólicas. Todo lo demás, incluidas la construcción y la recaudación de fondos, son formas de expresar su amor. Para él se trataba simplemente de las tecnologías y la logística necesarias para realizar los proyectos, que veía como sueños de Dios para nosotros. No era un experto en proyectos o logística, era un hombre con un corazón único... Totum Amoris Est... Todo surgía del amor", recuerda Monseñor Luciano Capelli, SDB, obispo de Gizo.

"La Iglesia de Port Moresby, Rabaul y toda Papúa Nueva Guinea llora la pérdida del padre Val. Era un gran hombre, con un gran valor pastoral y que hacía obras poderosas por la gente. Lo vi mientras trabajaba en Kerema. Que nuestro buen Dios se apiade de él y le recompense abundantemente", dijo el cardenal John Ribat, arzobispo de Port Moresby.

Por último, podemos recordar lo que el propio padre Barbero escribió en uno de sus últimos mensajes al padre Angelo Fazzini: "Gracias por los buenos deseos. Dos veces he estado allí más que aquí. Verdaderamente resucitado. Por favor, decid a mis amigos chino-australianos de habla inglesa y a la comunidad salesiana que me acordaré de todos y pediré al Señor toda gracia y bendición. Llevad la cruz salesiana. Estudiad cómo ser amados, perdonad para ser perdonados. Un gran agradecimiento a todos. Adiós a todos. Hasta que nos encontremos en la presencia del Señor Dios nuestro".

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