La región, como el resto de África Oriental, experimentó importantes cambios económicos en 2022. Los precios de los productos de primera necesidad, especialmente el combustible y los alimentos, aumentaron, lo que también repercutió en el funcionamiento de las escuelas salesianas. En concreto, los precios de los alimentos básicos casi se han duplicado debido a las crisis económicas que siguieron a la pandemia de Covid-19 y al cambio climático que provocó esta escasez de alimentos.
Los salesianos de Bombo gestionan una escuela secundaria, un centro de formación profesional, un internado y una parroquia. La comunidad local es predominantemente pobre y depende de la agricultura y los negocios informales. Los salesianos también ofrecen programas educativos y pastorales.
"Nuestra comunidad necesita un apoyo básico para poder cumplir su misión educativa", explica el padre Thomas Cyprian, Director de la misión 'Don Bosco Bombo-Namaliga', "las comidas de ‘Rise Against Hunger’ nos ayudaron a gestionar la crisis alimentaria en nuestras instituciones y contribuyeron significativamente al éxito del último trimestre". Así, el impacto de la crisis alimentaria no pesó demasiado. Nuestros beneficiarios continuaron sus actividades de enseñanza y aprendizaje sin interrupción", prosiguió.
Martha Nafuuna, de dieciocho años, fue una de las beneficiarias. Procedente de una familia pobre que no podía permitirse una escuela pública, Nafuuna optó por matricularse en el Centro de Formación Profesional "Don Bosco" de Bombo para obtener una educación. La niña recordó su vida antes de recibir las comidas de “Rise Against Hunger”, contando cómo, antes de esta donación, no podía imaginar un futuro en esta escuela. "Muchos alumnos estaban preocupados y se veían obligados a abandonar", explicó, "porque la escuela había alcanzado su capacidad máxima y no podía proporcionar alojamiento ni comida a los alumnos".
Nafuuna expresó su máxima gratitud por las comidas de “Rise Against Hunger”, que han tenido un gran impacto en su vida. Recibir las comidas la ha salvado de tener que abandonar la escuela y ahora puede seguir trabajando y tener aspiraciones para su carrera. Las comidas le han proporcionado un almuerzo equilibrado y han mejorado su bienestar general. Su concentración en clase también ha mejorado y la ingesta adecuada de nutrientes le permite sentirse más saciada.
Según el Banco Mundial, casi el 21% de la población de Uganda vive por debajo del umbral de pobreza. Esta cifra se eleva al 33% en el caso de los habitantes de la región septentrional, donde la pobreza es mayor. Aunque el país ha experimentado cierto crecimiento económico y mejoras en la clasificación del Índice de Desarrollo Humano de la ONU en los últimos veinte años, Uganda sigue ocupando el puesto 159 de 189 países. Tras décadas de guerra, que ha dejado a muchos desplazados, el pueblo ugandés se enfrenta a muchos retos importantes mientras trabaja para reconstruir su país.
