Fue en julio de 1992, luego de la caída del régimen comunista, que la Iglesia pudo regresar al país: los primeros misioneros enviados pertenecían a la Congregación del Inmaculado Corazón de María y fueron los padres Wenceslao Padilla, Gilbert Sales y Robert Goessens. .
Por eso, el 9 de julio, Mons. Alfred Xuereb, Nuncio Apostólico en Corea del Sur y Mongolia, acompañado por su secretario, por el Prefecto Apostólico de Ulan Bator y por el Cardenal electo Giorgio Marengo, se reunieron ante la tumba de Mons. Wenceslao Padilla, quien estuvo a cargo de la Misión “Sui Iuris”, desde 1992, y luego fue primer Prefecto Apostólico de Ulan Bator, hasta su muerte en 2018.
En la reunión conmemorativa estaban también presentes los misioneros de Mongolia -incluidos los salesianos- y el Padre Gilbert Sales, que vino especialmente desde Filipinas, además de algunos amigos mongoles.
En la ocasión, el Nuncio Apostólico bendijo el nuevo altar junto a la tumba de Mons. Padilla y celebró la Misa. A continuación Mons. Marengo compartió algunos datos sobre la misión de la Iglesia en el país, lo que se está logrando y aseguró que todos juntos están construyendo el sueño del difunto Mons. Padilla, “quien hoy desde el Cielo se alegrará de vernos reunidos en torno de él, amando y sirviendo humildemente a nuestra amada Mongolia”.
La celebración principal tuvo lugar al día siguiente, domingo 10 de julio: a primera hora de la mañana llegaron a la catedral muchos feligreses de diversos lugares, el más lejos recorrió más de 400 km, llevando también comida y bebida para la fiesta. Algunos cuando llegaron empezaron a cocinar por la zona. A las 10:00 se invitó a muchos sacerdotes a confesar a quienes lo pidieran, mientras que la catedral se llenaba de gente: invitados, visitantes, muchos líderes de diferentes religiones...
Durante la solemne Eucaristía, el Nuncio expresó un mensaje de agradecimiento: ¡a Dios, a los pioneros y misioneros que aún viven y trabajan por la misión de la Iglesia de Mongolia! Pero sus palabras de agradecimiento se extendieron también al gobierno local, al pueblo, a los fieles y a todos los amigos dentro y fuera del país que acompañan a esta misión con la oración y de diversas maneras.
“La misión comenzó hace 30 años: es mucho tiempo, pero a Dios le parecerá que fue ayer… y la misión continúa, aún con muchos desafíos y cambios, ¡pero todo en la esperanza, la fe, el sacrificio y el testimonio!”, comentó el padre Andrew Tin Nguyen, salesiano de Don Bosco de Vietnam y activo en Darkhan.
La presencia salesiana en Mongolia está confiada al cuidado de la Inspectoría "San Giovanni Bosco" de Vietnam (VIE) e inició con la apertura en el 2001 de una escuela técnica y un oratorio en la capital, Ulan Bator. En 2004 se inauguró una parroquia con un oratorio en Darkhan, en la región centro-norte del país; y desde 2016, también se ocupan del cuidado pastoral de la misión de Shuwuu, no lejos de la capital.