La reliquia de San Francisco de Sales, obispo de Ginebra, guardada en un precioso relicario, se quedará dos días en Moncalieri, procedente de Pinerolo. Instalado habitualmente en el monasterio de la Visitación de Treviso, será recibido en la mañana del jueves 16 por el sacerdote salesiano Gianni Ghiglione, biógrafo de san Francisco de Sales; a las 18 horas el padre Michele Molinar, Vicario de la Circunscripción Especial de los Salesianos de Piamonte y Valle de Aosta, animará un encuentro de reflexión y oración con los religiosos y religiosas en la iglesia del monasterio. A las 20:30 Mons. Cesare Nosiglia, Arzobispo emérito de Turín, presidirá la Misa.
Al día siguiente, viernes 17 de junio de 9 a 11.30 horas, la iglesia del monasterio permanecerá abierta para la veneración de la reliquia; por la tarde a las 20:30 horas, el Rector Mayor de los salesianos, presidirá la celebración eucarística en memoria de la decisión de Don Bosco de poner a sus hijos bajo la protección de San Francisco de Sales. En la madrugada del sábado 18, tras una misa de clausura de esta etapa de la peregrinación, la reliquia proseguirá su viaje hacia el monasterio de Génova-Quinto, última parada antes de regresar a Treviso.
“Era el 28 de diciembre de 1622 cuando Francisco de Sales moría en Lyon -explica sor Mariagrazia Franceschini, de la Orden de la Visitación de Santa María (las llamadas Hermanas Visitandinas), estudiosa de la espiritualidad del fundador-. Poco antes, en el salón del monasterio, al despedirse de las monjas, les dijo: 'Les llevo a todas en el corazón y se los dejo en prenda de mi amistad'. Estas palabras fueron tomadas literalmente en el momento de las operaciones posteriores a la muerte para embalsamar el cuerpo: el corazón (con otros órganos, según la costumbre de la época), fue extraído y llevado con todo respeto a la Visitación que desde ese momento lo guardó como el tesoro más precioso.
Durante más de un siglo, hasta fines de enero último, la reliquia estuvo expuesta solemnemente para la veneración pública en la iglesia del monasterio y atrajo a grandes multitudes, especialmente por los milagros que ocurrieron en su contacto. La más famosa: la curación de Luis XIII, rey de Francia que en señal de agradecimiento donó un precioso relicario de oro para custodiar el corazón que permaneció incorrupto”.
Luego llegaron los años de la Revolución Francesa y las monjas partieron al exilio para escapar de la persecución y salvar la reliquia de la que se sentían responsables ante toda la Orden. La ciudad de Mantua, luego varias escalas en el Tirol y también en Bohemia. Luego en 1801, en Venecia, donde la reliquia permaneció hasta 1913, antes de llegar a Treviso, lugar indicado por el Papa Pío X, quien personalmente se dedicó a encontrar una nueva ubicación ya que siendo Patriarca de Venecia, había desarrollado una profunda devoción a San Francisco de Sales.