La Carta de Roma contiene el conocido lema de Don Bosco: “Que los jóvenes no solo sean amados, sino que ellos mismos sepan que son amados”.
“Es, sin duda, el significado más transparente de la carta, enunciación del gran principio que podríamos llamar la ‘visibilidad del amor’, - sugiere el P. Chávez. En los textos del Nuevo Testamento, el amor se asocia con la luz, como la irradiación de la propia luz que es Dios”.
Y el amor que los Salesianos muestran por los jóvenes podría ser comparado con una pequeña Transfiguración.
Por lo tanto, es necesario verificar, aprender, inventar los lenguajes del amor. “ El salesiano debe ser un apasionado cultivador de los lenguajes del amor; - ha insistido el P. Pascual – una lección que aprende no solo escuchándose a sí mismo sino también escuchando al otro: sus necesidades, sus sensibilidades, sus posibilidades de expresión y sus capacidades de recepción.
“Hoy es este – continúa el P. Pascual – el desafío fundamental del educador: hacer entender que ama de verdad, que ama para siempre, que ama todo lo humano que aparece ante él y que se revela y modifica con el paso del tiempo; demostrar que ama incluso ante el rechazo, el olvido, la distorsión o el uso especulador; y convencer así al amor, o sea es dar a luz la convicción interna de que se es digno de amor y, más aún, que se es capaz de amar (y es la percepción del propio valor inalienable, es el fundamento de la propia dignidad, es la raíz de toda auténtica esperanza); y hacer intuir (pero esto también es gracia) que hay una Fuente, que es para mí y para ti, siempre abierta y disponible, nunca agotable en su inexhausta riqueza”.
El genio pedagógico de Don Bosco se expresa en la otra extraordinaria frase: “Que, al ser amados en las cosas que les agradan, participando en sus inclinaciones infantiles, aprendan a ver el amor en aquellas cosas que naturalmente les agradan poco, como son la disciplina, el estudio, la mortificación de sí mismos, y que aprendan a hacer estas cosas con amor”.
“Por tanto, hay un elemento de racionalidad que debe intervenir, que es una necesidad de conocimiento que debe tomar y guiar al educador salesiano: y es conocer a los jóvenes, comprender las situaciones, las preguntas, las necesidades de saber hacerlas frente”.
El amor se convierte, en ambas direcciones: encuentro, confianza, colaboración cordial y sobre todo alegría y felicidad de “sentirse bien estando juntos”.
Y para Don Bosco la felicidad es un camino privilegiado de evangelización (“verte feliz en el tiempo y en la eternidad”) y un camino que se abre a Dios.
El texto completo de la reflexión del padre Chávez está disponible en SDB.org