Sin corriente y calefacción durante días, refugiados en un sótano, con todos los negocios cerrados y pudiendo comprar pan sólo cuando se repartía en la calle... así era la vida de Natalka con sus hijos, de cinco y dos años, antes de dejar Kharkov, hace tres semanas.
"La peor parte para mis hijos era el frío, solo podía pensar en lo que estaba dejando atrás: en particular a mi esposo; pero que a los niños les estaba salvando la vida".
Viajaron durante varios días a pie, pero también en autobús y tren, hasta llegar a Medyka, el paso fronterizo con Polonia. “Lo peor fue el frío y la nieve, llevar a un bebé en brazos, una mochila grande y al otro niño de la mano. Es muy injusto lo que estamos sufriendo”, dice.
Ahora que es hospedada por los salesianos, no es que todo esté resuelto. Los niños se asustan apenas escuchan el sonido de un avión y siempre tiene temor por la suerte del marido, al que llama todos los días; entretanto Natalka está feliz, porque sabe que está bien y le consuela la solidaridad que recibe su familia, "especialmente de los salesianos".
Ciertamente, la familia de Natalka no es la única hospedada por los salesianos polacos. En total, los Hijos de Don Bosco de las cuatro Inspectorías polacas han preparado 1.117 plazas en centros de refugiados de la congregación en el país, de las cuales 501 ya están ocupadas y 366 libres. Actualmente están compartiendo lo que tienen, pero mantener un número tan grande de refugiados es costoso, necesitarán cada vez más apoyo.
A pesar de la amenaza de guerra, los salesianos lograron enviar decenas de convoyes humanitarios a Ucrania. Llevan insumos médicos, alimentos, frazadas, generadores, artículos de higiene personal. La sinergia es significativa: por ejemplo, gracias a la colaboración con la Oficina de la Misionera de Bonn, en Alemania, lograron comprar 300 catres, con otras tantas almohadas y edredones y 600 juegos de ropa de cama y toallas.
Otro testimonio de solidaridad salesiana eficaz y efectiva proviene de Zhytomyr, Ucrania, a unos 130 km de Kiev, donde el pasado miércoles 16 de marzo, la casa salesiana local recibió como regalo un nuevo vehículo.
El padre Michał Wocial, un salesiano que trabaja en esa obra, había pedido ayuda después de que el viejo autobús escolar se averiara en uno de los varios viajes para facilitar la huída a Polonia de los desplazados.
“Era una operación prioritaria para nosotros -dice el padre Jacek Zdzieborski, Director de la Oficina Misionera Salesiana en Varsovia-. Pudimos encontrar rápidamente un vendedor de una minivan de 8 plazas con un maletero grande, como nos servía. Una semana después, el auto ya había sido comprado, importado, matriculado y asegurado”.
Y no fue un trabajo largo encontrar un donante: la compra pronto fue financiada por "Missioni Don Bosco", la Oficina Misionera Salesiana de Turín.
Este es uno de los muchos ejemplos de colaboración fructífera y de la providencia de Dios que guió esta empresa. “Es increíble que en tan poco tiempo pudiéramos obtener un vehículo y completar todos los trámites”, comenta el padre Zdzieborski.
Antes de llegar a su destino, el automóvil partió lleno de donaciones, entre ellas un generador de energía, alimentos, suministros médicos y frazadas.