Sus religiosos, los salesianos, fueron acogidos afectuosamente por el pueblo y por las autoridades eclesiásticas y nacionales, abriendo los primeros surcos en el campo fecundo y cada vez más vasto del mundo juvenil.
Don Miguel Rúa escribió en 1897: “A costa de grandes sacrificios hemos querido cumplir, al menos en parte, los ardientes votos de Monseñor Luis Lasagna, enviando algunos salesianos a Asunción, capital del Paraguay”.
Sin dudas, el gran Obispo Luis Lasagna habría deseado acompañar y presidir él mismo la primera expedición, lo que no fue posible por la tragedia en Juiz de Fora, Brasil, donde perdió la vida el 6 de noviembre de 1895. Pero sus proyectos no murieron con él.
El Padre José Gamba, sucesor de Monseñor Lasagna en la Inspectoría de Uruguay y Paraguay, determina dar cumplimiento a la labor de su predecesor en el Paraguay y como monumento perenne a la memoria del intrépido Obispo, dio a la nueva fundación el nombre de «Colegio Monseñor Lasagna», bajo la advocación de San Luis Gonzaga.
A partir de aquel momento, en el Paraguay comenzaron a hacerse realidad los deseos apostólicos de San Juan Bosco.
La centenaria tarea iniciada por los primeros salesianos, con las bendiciones de Dios y María Auxiliadora, produjo y seguirá produciendo incontables frutos de bien en el transcurso del tiempo.
Hoy, toda la Familia Salesiana continúa vigorosa y dinámicamente activa en los distintos puntos de la geografía paraguaya, gracias al camino abierto por Monseñor Lasagna, quien fue “el mejor representante del genio de Don Bosco en estas naciones encomendadas a él”.
Fuente: Salesianos de Paraguay
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