El P. Rafael soñaba la vida misionera, incluso antes de su ordenación sacerdotal; pero su sueño se cumplió a los 56 años. Hace dos años, un misionero de Sudán del Sur, el Coadjutor Giacomo Comino lo invitó: “Si aún piensas en ser misionero, ven a la misión de Tonj”. Sin esperar mucho, partió, en virtud de un acuerdo entre la Inspectoría de Corea del Sur y el delegado Inspectorial de Sudán - Inspectoría de África Est.
La misión principal de su comunidad es la parroquia del Sagrado Corazón, responsable de 8 lugares misioneros dispersos en un gran territorio y varias otras instituciones educativas.
Don Lee nació en una zona rural, justo después de la Guerra de Corea. Las malas condiciones ambientales no son un problema para él. Por el contrario, el verdadero reto vino por una serie de "choques cultural": los niños que roban sin remordimiento en la casa salesiana, los estudiantes que perturban durante el catecismo y otras actitudes similares, que no son compatibles con la experiencia cultural vivida en Corea.
"Al principio pensé que podía cambiarlos con gentiles reclamos, pero no fue tan fácil”. Pero, fueron estas experiencias que lo llevaron a una verdadera mentalidad misionera y profundizar la espiritualidad y la oración. “Me di cuenta de que estamos aquí para sembrar las semillas, pero que nosotros no cambiamos nada, serán los otros lo que cosechen buenos frutos - manifestó el P. Lee - Encomendamos todos estos dolores de cabeza al Señor”.
“Algunas veces, incluso pensé en volver a Corea - concluyo - pero cuando tengo esta tentación, me pregunto: ¿Jesús habría dejado este lugar o se hubiese quedado en este mismo sitio?”.
Fonte: Peace Broadcasting Korea