No obstante las circunstancias en las que se encontraba, “Mr. Focus” tenía el deseo de volverse un día alguien importante y con un objetivo en la vida. No sabía cómo haría para dejar esta vida de delitos y violencia, pero sabía que deseaba la felicidad.
Así, junto a su hermano dejó la zona rural en la que vivía y se transfirió al centro de la Ciudad del Cabo. Fue durante ese período que encontró refugio en las Misiones Ciudadanas de dicha ciudad, donde el párroco lo puso bajo su protección, porque veía un cierto potencial en este joven. Abraham fue recibido por diversas personas, pero al final siempre lo echaron, encontrándose a vivir por la calle los tres años sucesivos.
Él cuenta que esta fue probablemente la peor experiencia que haya tenido. “Un día cuando estaba realmente desesperado, le pedí a Dios: ¿Cómo hago para salir?. El párroco después de una larga búsqueda por las calles lo encontró y lo animó a empeñarse en el trabajo con los jóvenes. Lo presentó así a los salesianos y Abraham conoció al señor Greg Berry, que estaba metido en el trabajo misionero y en las actividades juveniles. Greg lo ayudó a preparar un currículum y a encontrar un trabajo verdadero.
Conoció el programa de los salesianos “Ondas de cambio”, que prepara a los jóvenes en situación de riesgo a la ocupación en el sector marítimo. Y es aquí que finalmente Mr. Focus encontró su vocación y se fijó el objetivo de aprender lo más posible en este sector. Debido a las dificultades económicas, entretanto, en el 2018 el programa fue interrumpido. A pesar de ello Abraham pidió y obtuvo poder llevarlo adelante a título gratuito, para no dejar solos a los jóvenes que necesitaban esta actividad.
Este año, en que Sudáfrica fue duramente golpeada por la pandemia, Mr. Focus mostró una vez más su dedicación hacia los jóvenes, ofreciéndose como voluntario para acompañar a los Proyectos Juveniles del Instituto Salesiano, entregando paquetes con alimentos. Puso así en riesgo su vida al llevar víveres y bienes de primera necesidad a las familias necesitadas.
“Quiero ser como Don Bosco – dice Abran con una sonrisa –. Quiero difundir la felicidad y la esperanza. Los salesianos son mi casa, me siento en un lugar seguro y sé que este es mi lugar”.
