En Ruanda, por ejemplo, las líneas guías actualmente en vigor subrayan la necesidad de reducir al mínimo el número de personas que frecuentan los lugares de trabajo (30%), en cambio a otros se les aconseja que se queden en casa y trabajen desde allí, lo más posible.
Las autoridades impusieron también un toque de queda que prohibe la circulación de las personas desde las 19 horas hasta las 5 de la mañana. Están prohibidos los desplazamientos en medios públicos entre las diversas provincias; muchas empresas siguen sufriendo porque la clientela ha disminuido; los jóvenes están aún obligados a quedarse en casa esperando la apertura de las escuelas - con fecha a destinarse - y los papás fatigan para mantener a sus familias en estos tiempos difíciles.
Conscientes de las posibles y constantes amenazas debidas al covid-19, el ecónomo de la Visitaduría, el salesiano coadjutor Hubert Twagirayezu, que es también director de la Oficina de Planificación y Desarrollo de la AGL, hizo un llamado para poder ayudar al gran número de personas necesitadas que corren en riesgo de morirse de hambre si la situación sigue agravándose por la pandemia.
La misma situación se está verificando también en el campamento para los refugiados de Palabek, que hospeda a miles de personas que se escaparon desde Sudán del Sur hasta el norte de Uganda. El padre Lazar Arasu, salesiano que vive en Palabek, escribió de los gravísimos problemas registrados entre los adolescentes refugiados, que vieron su condición agravarse mucho debido a la pandemia: embarazos no deseados, abortos, abusos...
Los salesianos por su parte están haciendo de todo, con programas de sensibilización en grupo, debates públicos, consultorías y acompañamiento individual.
El coadjutor Twagirayezu ha expresado abiertamente su preocupación por la situación: “Queridos todos, en este momento crucial debido al covid-19 muchas personas han perdido el trabajo y la gente no tiene los recursos para proveerse de los bienes de primera necesidad, como alimentos y atención médica. Les pido gentilmente vuestra intervención".
Desde el inicio de la pandemia, los salesianos de AGL han podido apoyar a las comunidades más necesitadas y en situación de sufrimiento, gracias a la generosidad de los benefactores de todo el mundo.
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Ange Dusabemungu