Piura es una ciudad costera que se sitúa al norte del Perú. Los Salesianos trabajan desde 1906 en dos presencias significativas y una gran parroquia animando a la devoción de María Auxiliadora.
Durante este tiempo de pandemia las escuelas han estado cerradas, sin embargo, los Salesianos han seguido pensando en los más pobres e hicieron la opción de servir sin cesar en estos tiempos de miedo y de incertidumbre.
Piura es la segunda ciudad, después de la capital Lima, con el mayor número de infectados y fallecidos a causa del coronavirus. Es que, al olvido del Estado de casi todas las provincias lejanas a Lima, se suma la propia cultura local que tiene sus propias reglas de convivencia y ponerlos en cuarentena ha sido casi una batalla perdida. Los hospitales en esta ciudad colapsaron hace un mes con las consecuencias fatales y la falta de atención.
“La gente se muere, Padrecito, falta el oxígeno, falta comida…” Esta es la frase que recuerdan los Salesianos que visitaron y llevaron ayuda a las personas que viven en los basurales. Claman ayuda y muchos pobladores se acercan a la puerta del Colegio Salesiano Don Bosco de Piura parta pedir algo de comer. La respuesta de los Salesianos no se hizo esperar. Liderados por el P. Carbajal, director y con el P. Da Silva, Animador Pastoral, activaron el botón de emergencia y convocaron a trabajadores, padres de familia, exalumnos, amigos, proveedores: “Debemos hacer algo por los pobres”.
La ayuda empezó en los Oratorios, con las familias de los cientos de niños y niñas que soportaban además del calor de la ciudad, el encierro y la cuarentena. Pero había un lugar donde nadie iba, por miedo, por precaución, por rechazo. Hasta el relleno sanitario de Castilla, en las afueras de la ciudad, hasta los basurales, llegaron los Salesianos para ayudar a los más pobres y los olvidados.
Cuando le preguntaron al P. Ángel por qué ese riesgo, por qué ir hasta allá, por qué no enviarlo con otros, su respuesta toca el corazón: - “He hecho lo mismo que hubiera hecho Don Bosco”. Es la caridad pastoral en todo su esplendor, es el impulso apostólico que nos mueve a ir hacia el que nos necesitan. Así lo expresó el Santo de los jóvenes en 1869: ¿Cuál es el espíritu que debe animar nuestro cuerpo?: “Queridos míos, es la caridad”.