La historia de este retrato se remonta literalmente al siglo pasado. “En 1999 pinté un mural bastante grande (tres años de trabajo) para el Santuario de María Auxiliadora en Alcoy (Alicante), donde daba clases de plástica. El entonces director, Pasqual Lluch, me comentó que el Inspector (de la antigua Provincia salesiana de Valencia), David Churio, tras ver la obra, le pidió que cuando pudiera pintara un Don Bosco”, relata Pastor. El Provincial salesiano falleció poco después en un accidente de tráfico. “El tema quedó olvidado, porque solo fue un comentario que no se definió de ninguna manera, pero Pasqual no paraba de recordarme que fue un deseo sincero de David Churio e insistía cada cierto tiempo para que no me olvidara del proyecto. ‘¿Cómo va tu Don Bosco?’, preguntaba”, explica el artista.
Desde entonces, “nunca encontraba el hueco para pintarlo, aunque en mi corazón estaba la voluntad de empezarlo”, aclara. Tuvieron que pasar 20 años, hasta que a principios de 2019, aprovechando un periodo más libre de encargos, Pastor se animó a empezar la obra: “Hacía tiempo que le pegaba vueltas a la idea y decidí representar a Don Bosco desde su habitación, mirando desde dentro hacia fuera de Valdocco a través de las ventanas con sus pintorescas y características contraventanas pintadas de color verde. Decidí que estarían hechas como si no se hubieran cerrado nunca, y estar siempre abiertas hacía que se vieran muy estropeadas por las inclemencias del tiempo”. Y he aquí uno de los detalles que terminaría siendo de los más simbólicos de la obra…
La obra de David Pastor recoge en unos pocos pero significativos detalles el modelo pedagógico de Don Bosco. “Quería representarlo rodeado de libros, simbolizando la tarea intelectual, la educación, como fundamento de la formación de los chicos del Oratorio. Las herramientas, como la maza o la escofina, hacen referencia a la labor manual y la formación profesional que era una manera de conseguir la inserción de los chavales. También quería hablar de esas pelotitas de malabares que tiene en sus manos, que hacen referencia al entretenimiento, la diversión y el espectáculo que siempre están ligadas a la labor salesiana, social e integradora”, cuenta el pintor. Por otra parte, la expresión del fundador de los Salesianos muestra una vida entregada por los jóvenes: “Esa mirada de Don Bosco era la que quería transmitir a través de uno de los retratos fotográficos que se conservan del santo. Es una mirada experimentada, intenso por tanto trabajo hecho y tanto por hacer; mucha sabiduría y fuerza a pesar de los años que van pesando”, matiza Pastor.
Un nuevo significado
La última fase creativa de la obra ha coincidido con un momento histórico sin precedentes, la pandemia del COVID-19. Por ello, el artista ha querido revestirla de un nuevo significado: “Todo tenía un significado que fue cambiando con el tiempo, porque cuando llegó el momento del confinamiento por Covid-19, esa contraventana verde cambió su simbología, se convertía en un punto de esperanza y un deseo intenso de confianza en el futuro. Los libros, las pelotitas y las herramientas y se convirtieron en un modelo de comportamiento, en la opción de vida desde la reclusión, no como castigo, sino como opción libre”, expone el artista. Para Pastor, “lo que nos da la clave para tener una vida plena llenísima es esa actividad cultural, esa actividad física o manual y ese entretenimiento. Ejemplo, no sólo para la Iglesia, sino para el mundo. Ejemplo de compromiso fuerte y responsable con la sociedad que nos recuerda aquello de «Buenos cristianos y honrados ciudadanos»”.
Promesa cumplida
“Lo prometido es deuda. En 1999, tras concluir mi primer trabajo para los Salesianos de Alcoy, prometí que haría un retrato de Don Bosco. Ya está hecho el boceto preparatorio a sepia y el dibujo a lápiz definitivo sobre lienzo. Como decía Gardel, veinte años no es nada…”, bromea David Pastor. Lo cierto es que, como él mismo reconoce, “la próxima vez que Pasqual me pregunte ‘¿Cómo tu Don Bosco?’ , contestaré: ‘Ya está terminado, y ahora no es solo mi Don Bosco. Es el de todos’”. Y, en nombre de todos, bien se puede decir: “Gracias, maestro”.