Ante un escenario no previsto, la Casa Salesiana San José, en la Ciudad de Rosario de Santa Fe, debió buscar nuevas maneras de ir al encuentro de quienes más lo necesitan, convirtiéndose así en una de las tantas obras salesianas que en el Norte argentino y en todo el mundo están llevando a la práctica el mandamiento del amor presente en el Evangelio. Abrió sus puertas y puso a disposición sus recursos, su tecnología, su saber, para solidarizarse con las personas más afectadas.
En la Casa Oratorio, Santiago del Estero, los jóvenes voluntarios pensaron en las familias que dependen para vivir de lo que recaudan día a día haciendo “changas” o trabajando en la calle, en situaciones de trabajo no formal y precariedad laboral. Valiéndose de los aportes recibidos de distintas instituciones se preparó cajas con insumos alimenticios y educativos para familias de los chicos y chicas más vulnerables que asisten a la obra.
En la casa Salesiana “San Antonio de Padua” de Córdoba el protagonismo juvenil no se hizo faltar. Los jóvenes del MJS acompañan cotidianamente a las familias. Los animadores intensifican el acompañamiento virtual a los niños y jóvenes de barrio San Vicente y Müller. Paralelamente se comenzaron a “tejer redes” con instituciones para conocer la situación de las personas y los jóvenes salieron a entregar a las familias necesitadas bolsas de comida y limpieza.
En la Casa Don Bosco, San Nicolás, los jóvenes del MJS, recaudaron alimentos y artículos de limpieza para distribuirlos a las familias de tres de los tantos barrios carenciados de la ciudad. “Todos estuvimos de acuerdo en que no podíamos quedarnos de brazos cruzados ante una situación de tal magnitud, y decidimos comenzar la campaña”, comenta un joven.
En una entrevista al Papa Francisco ha instado a los jóvenes: “a cultivar y dar testimonio de la esperanza, la generosidad y la solidaridad de la cual todos tenemos necesidad en este difícil momento”. Uno de estos milagros es que los jóvenes han perdido el miedo al virus y se ha lanzado a la solidaridad.