En pleno avance de las tropas rebeldes sobre Duékoué, asesinatos, numerosas violaciones, mutilaciones y humillaciones eran lo habitual del día a día de la ciudad. Tan solo las instalaciones salesianas se libraban de ello. Según explica el salesiano Carlos Berro, “la gente respetaba el carácter de la parroquia y por eso no entraban allí a hacer barbaridades”. Por ello, esta misión se convirtió en el centro de peregrinación de hasta 30.000 personas que veían en ella su tabla de salvación.
Una vez finalizó el conflicto bélico, el trabajo de los salesianos no terminó. “En África, la lluvia parece que se lo lleva todo. No percibes a primera vista que haya habido un conflicto armado tan reciente, pero cuando te paras a hablar con la gente descubres los dramas y ves que está muy presente”, detalla De la Fuente.
La labor salesiana prosigue ahora “tratando de cerrar heridas, escuchando, reclamando indemnizaciones para las víctimas, trabajando para alcanzar algún tipo de reconciliación social, ofreciendo una formación a jóvenes que incluso llegaron a ser agresores para que puedan ganarse la vida”. Asegura que es un “privilegiado por poder dar a conocer el trabajo de estos misioneros”. Y es que, gracias a ellos, muchos pueden decir que están vivos, y como reclama Berro en el audiovisual, “eso hay que festejarlo”