Queridos amigos del carisma salesiano, llegue a cada uno y a cada una de ustedes mi sincero, fraterno y afectuoso saludo.
Me fue “sugerido” por el Boletín Salesiano el preparar este saludo no como otras ocasiones, tratando algo significativo de mis vivencias, sino hablar de mí, de esta nueva realidad que me espera. He experimentado algo de lo que había estudiado a propósito de la persona de nuestro padre Don Bosco. Para él era difícil hablar sobre sí y aún más difícil expresar los propios sentimientos. En mi caso, debo admitir que me es un poco difícil hablar o escribir de los últimos acontecimientos que me han sucedido; pero admito que tarde o temprano debo hacerlo, y el mensaje del Boletín Salesiano que llega a las manos y corazones de tantos amigos del carisma de Don Bosco es un buen modo para enviar este mensaje personal.
Luego de la noticia inesperada (sobre todo para mí), con la cual el Santo Padre Francisco anunció también mi nombre entre las 21 personas que ha elegido para ser “creadas” cardenales de la Iglesia en el próximo consistorio del 30 de septiembre, miles de personas se preguntaron, sobre todo entre los Salesianos de Don Bosco y los miembros de la Familia Salesiana de todo el mundo: ¿Y ahora qué ocurrirá? ¿Quién acompañará la vida de la Congregación en el futuro próximo? ¿Qué pasos se darán? Pueden entender bien que son las mismas preguntas que también yo me hice, mientras agradecía con fe al Señor por este regalo que el Papa Francisco nos ha hecho como Congregación salesiana y como Familia de Don Bosco.
Con una lectura de fe, sabiendo de las grandes cosas que Dios ha hecho y lo que conocemos a través de su Palabra, se podría decir que a Dios le gustan las sorpresas. Ordinariamente, en la Biblia, Dios dice: «¡Parte! El camino se revelará». Una cosa importante hemos aprendido de Don Bosco: que nada nos turbe y confiemos en la Providencia de Dios.
Siento compartir la afirmación de 1884 de nuestro santo fundador: «Veo cada vez más claro cuál será el glorioso porvenir preparado para nuestra Sociedad, la extensión que tendrá y el bien que podrá realizar».
He podido hablar personalmente con el Santo Padre, Papa Francisco, luego del anuncio durante el Ángelus asegurándole mi disponibilidad para que cuente conmigo para cualquier servicio. He respondido como Don Bosco cuando le fue pedido construir el templo del Sagrado Corazón en Roma, en su caso Don Bosco anciano y enfermo, que sentía sobre sí también el peso y la responsabilidad de una Congregación naciente. Don Bosco respondió: "Si esta es la orden del Papa, ¡yo obedezco! "
Con sencillez he dicho al Santo Padre que nosotros los Salesianos aprendimos de Don Bosco a estar siempre disponibles para el bien de la Iglesia y, en particular, para cualquier cosa que el Papa pudiera requerir. Por lo tanto, mientras agradezco a Dios por este don que es de toda la Congregación y de la Familia Salesiana, expreso mi gratitud al Papa Francisco asegurándole, de parte de todos los miembros de nuestra gran Familia, una más fervorosa e intensa oración. Oración que, como ya dije, estará siempre acompañada de nuestro sincero y profundo afecto.
¿Qué pasará ahora?
Debo compartirles que estoy impresionado ante la sensibilidad de nuestro Papa Francisco al darse cuenta de que mi servicio como Rector Mayor no debía cambiar inmediatamente de un día a otro. Por este motivo, luego de una media hora después del anuncio del nombramiento con ocasión de la oración del Ángelus del domingo 9 de julio, el Santo Padre me envió una carta en la que me hablaba del tiempo necesario para prepararme al Capítulo General de nuestra Congregación antes de asumir lo que él considere confiarme. Como siempre el Santo Padre se mostró atento, cordial y profundo admirador del carisma de Don Bosco y particularmente afectuoso. Sentimientos que, a nombre mío personal y de toda la Familia Salesiana, correspondí.
Quisiera compartir con ustedes las disposiciones que el Santo Padre me comunicó.
El Papa ha considerado que, por el bien de nuestra Congregación, luego del consistorio del 30 de septiembre de 2023 pueda yo continuar mi servicio como Rector Mayor hasta el 31 de julio de 2024. Luego de tal fecha presentaré mi renuncia como Rector Mayor, como piden nuestras Constituciones y Reglamentos, para asumir de manos del Santo Padre el servicio que me confiará.
Esto es lo que el Papa mismo me comunicó. Podremos anticipar el 29° Capítulo Generale un año, es decir en febrero de 2025. Mi Vicario, don Stefano Martoglio, asumirá el gobierno de la Congregación ad interim, come está establecido en nuestras Constituciones hasta la celebración del CG29. En fin, me queda decir y responder a otra interrogación que muchos de ustedes tendrán: ¿Qué tarea me confiará el Santo Padre? El Papa Francisco no me lo ha dicho aún. Además, con este amplio margen de tiempo me parece que sea la cosa más oportuna.
En todo caso, pido a todos ustedes, queridos hermanos y miembros de nuestra Familia Salesiana, que sigan intensificando la oración. Sobre todo por el Papa Francisco. Él mismo lo pidió expresamente al término de la audiencia privada que me concedió.
Pido, finalmente, que también oren por mí, puesto de frente ante la prospectiva de un nuevo servicio en la Iglesia que, como hijo de Don Bosco, acepto con filial obediencia, sin haberlo buscado porque creo verdaderamente que en la Iglesia, los servicios que realizamos no pueden y no debn ser nunca buscados o pretendidos como si se tratara de hacer carrera personal. Lo que es propio del “mundo” para nosotros es impropio como servidores en el nombre de Jesús. Y nosotros debemos diferir (espero que mucho) de algunos estándares del mundo. De todo me es testigo nuestro amado Padre Don Bosco ante el Señor Jesús.
Les agradezco por el afecto, la cercanía manifestada en estas semanas con los numerosos mensajes que me llegaron de todas partes del mundo.
Siento como si se dirigieran a mí las mismas expresiones que Nuestra Señora dijo a Don Bosco en el sueño de los nueve años, del cual el año próximo se celebrará el segundo centenario: «A su tiempo lo entenderás todo». Y sabemos que para nuestro Padre eso efectivamente sucedió al final de la vida, ante el altar de María Auxiliadora en la Basílica del Sagrado Corazón de Jesús, que había sido consagrada el día anterior, el 16 de mayo de 1887. Desde la Basílica de María Auxiliadora les envío un afectuoso y con reconocimiento saludo confiando a todos y cada uno a Ella, la Madre, la cual seguirá acompañándonos y sosteniéndonos. Como siempre les saludo con inmenso afecto.