“El nivel de inseguridad en Nigeria no tiene precedentes y no debemos permanecer en silencio mientras algunas personas siembran el caos en el resto de la nación, con total impunidad”. Este es el llamamiento serio y sincero lanzado hace unas semanas por Mons. Augustine Akubeze, Presidente de la Conferencia Episcopal de Nigeria. El prelado pidió a las autoridades gubernamentales una acción urgente para resolver, en particular, los numerosos casos de secuestros y masacres.
Hizo una apelación a sus hermanos obispos y a todos los sacerdotes y religiosos: “Les exhortamos a seguir diciendo la verdad al poder, porque este es el camino para que los sacerdotes corrijan los males de la sociedad”.
El Cardenal Anthony Olubunmi Okogie, Arzobispo Emérito de Lagos, subrayó que “como cristianos contradecimos nuestra vocación si no nos oponemos a la corrupción, al tribalismo, al egocentrismo, al secuestro y a los muchos otros males sociales que vemos a diario en nuestro país”.
Durante el segundo Sínodo para África, el Papa Benedicto XVI ya habló de la urgencia de promover la reconciliación, la paz, la justicia y el desarrollo en Nigeria. Una tarea de la Iglesia católica local, y dentro de ella los salesianos.
Los Salesianos de Don Bosco trabajan por la paz, especialmente desde la educación de los jóvenes y la atención a las personas en situación de riesgo, es decir, de la parte de la población que, de otro modo, correría el riesgo de ser atraída más fácilmente por los halagos de las distintas milicias.
A través de sus nueve casas, repartidas sobre todo en el sur del país, pero también en Kontagora-Koko, en la región nororiental, en el corazón del territorio hausa-musulmán, difunden los valores de la fraternidad y el respeto hacia todos, acogiendo en sus institutos a niños de todos los credos y grupos étnicos.
“Don Bosco ama a todos los jóvenes, sin distinción de raza, tribu o religión”, manifiesta el P. Vincenzo Marrone, SDB, misionero en Nigeria desde hace 34 años.
