La historia de los salesianos irlandeses, sin embargo, es aún más antigua que la llegada de los primeros hijos espirituales de Don Bosco a Irlanda. Don Bosco era amigo de Monseñor Kirby, que en los años 1880 era el Rector del Colegio Irlandés de Roma (Memorias Biográficas, XVII, 60). Por esta razón, algunos estudiantes irlandeses que viajaban al Colegio Irlandés de Roma hacían un breve descanso en Turín. Algunos permanecieron por poco tiempo, pero cinco de ellos permanecieron con Don Bosco y se convirtieron en Salesianos de Don Bosco.
Muchos otros salesianos irlandeses trabajaron en otros lugares, especialmente en Inglaterra. Sin embargo, Mons. Hallinan, obispo de Limerick, que había conocido a Don Bosco en su época de estudiante en el Colegio Irlandés de Roma (Memorias Biográficas X, 1372), decidió invitar a los salesianos a abrir un instituto en Pallaskenry, que se convertiría en el primero de una serie de institutos agrícolas salesianos en el país.
En 1922 se abrió un segundo instituto agrícola en Warrenstown. La tercera casa salesiana que se fundó fue el noviciado de Ballinakill, que se hizo necesario con el estallido de la Segunda Guerra Mundial. A esta apertura siguió el centro de Crumlin en Dublín en 1953, donde los Salesianos desarrollaron una gran labor pastoral a lo largo de los años y que hoy alberga la Casa Inspectorial, para luego abrir los centros en Maynooth (1973), en Celbridge y Milford (1981), y la “Comunidad Rinaldi” en Dublín (1991). No podemos olvidar las diversas “Casas Don Bosco”, que desde 1977 se han extendido por toda la capital representando una buena práctica en el campo de la acogida de niños y jóvenes necesitados.
Hoy en día, la verde Irlanda acoge a 52 Salesianos de Don Bosco en cinco comunidades, muchos de los cuales están implicados en diversos servicios pastorales fuera de las casas salesianas. A pesar de la disminución del número, de hecho, los religiosos son más activos que antes en las iniciativas pastorales. Evidentemente, sin embargo, el desafío actual de los Salesianos en el país es transmitir el espíritu salesiano y el método educativo a los colaboradores laicos, para que puedan continuar la dirección de las obras y presencias y mantener vivo a Don Bosco a la tierra de San Patricio.