"Ser santo no es difícil". Esta frase inspiró a Jan Tyranowski y se lo repitió a Karol Wojtyła mientras discernía su vocación sacerdotal en la parroquia salesiana "San Stanislao Kostka" en Cracovia-Debniki. Una frase que ha demostrado tener un impacto innegable, si uno observa cómo Juan Pablo II se convirtió en santo en un tiempo récord en el 2014, mientras que para el laico Tyranowski, llegó el año pasado el reconocimiento de Venerable.
El Sr. Tyranowski, nació en Polonia el 9 de febrero de 1901, le encantaba caminar en las montañas y estaba interesado en muchas cosas, desde la ciencia a los idiomas extranjeros, desde la jardinería hasta la psicología. Primero fue contador y luego se hizo cargo de los asuntos de su padre y comenzó a trabajar como sastre. Fue en ese momento que se unió al apostolado de la Acción Católica.
Se involucró cada vez más en las actividades parroquiales y en 1935, durante la homilía de un sacerdote salesiano, escuchó un fuerte llamado que lo llevó a emprender una profunda vida espiritual.
La invasión nazi en Polonia cambió su vida. Nueve salesianos de la parroquia fueron deportados y murieron en campos de concentración y en 1940 se le pidió a Tyranowski que se hiciera responsable de la atención pastoral de los jóvenes varones. Con un poco de miedo, él aceptó. Decenas de jóvenes participaron en sus "círculos del Rosario viviente" y surgieron once vocaciones, incluida la del futuro Papa.
El Pontífice polaco nunca olvidó la influencia de Tyranowski, y tenía un pequeño retrato de él en su habitación en el Palacio Apostólico. El Papa le atribuyó el florecimiento de su vocación al sacerdocio.
Tyranowki no pudo estar presente el día de la ordenación de Wojtyla, en noviembre de 1946, porque la tuberculosis se había extendido por todo su cuerpo. Murió el 15 de marzo de 1947, abrazando un crucifijo.
Fuente: Aleteia