Don Bosco es muy querido en todo el mundo y es una presencia mágica, extraordinaria entre los jóvenes. Ha transformado la vida de millones de niños dándole sentido a su existencia.
Los hijos de Don Bosco se dedican a una gran variedad de actividades (escuelas, colegios, universidades, centros juveniles, escuelas técnicas, parroquias, centros de asistencia social, orfanatos, centros para niños de la calle, centros de emancipación rural, mujeres, etc.) al servicio de miles de jóvenes personas de todo el mundo, capacitándolos para ser buenos ciudadanos y buenos creyentes.
En Don Bosco se creó un compendio de virtudes, habilidades, talentos y gracia divina. Con su fuerza irresistible fue capaz de impregnar el corazón de cada persona que conoció: estaba dotado de un carisma magnético. Cada valor es personificado por Don Bosco. Reconocer las magníficas cualidades de este extraordinario santo es la mejor manera de recordarlo.
Fue sobre todo un hombre de Dios que, gracias a su profunda unión con el Señor, supo transmitir su amor, misericordia y fuerza. A pesar de su trabajo frenético, siempre mantuvo su cercanía a Dios y actuó como intermediario de tal manera que todos sintieran cercana esa presencia.
Don Bosco fue un apóstol celoso, que sin vacilar aprovechó cada oportunidad para conquistar almas para Dios, dondequiera que estuviera: su único deseo era "Dame las almas, quítame el resto".
Fue una persona cariñosa que supo conquistar el corazón de miles de jóvenes. Todo muchacho que ha tenido la gracia de conocerlo ha percibido exclusivamente para sí mismo el amor, la solicitud y el cuidado que Don Bosco con su benevolencia innata supo brindarle.
Fue un pedagogo, un maestro de educación que, a través de su sistema preventivo de razón, religión y bondad llena de afecto, logró que su sistema educativo fuera humano, espiritual, científico e integral.
Fue un predicador maravilloso y un orador estimulante que entendió bien el poder de la comunicación. La gente acudía en masa para escucharlo porque podían sentir la presencia de Dios en cada palabra que pronunciaba.
Fue un maestro que aconsejaba, que sabía consolar, guiar y encaminar a todos por el camino de la verdad y de la santidad. Era un psicólogo, capaz de investigar la mente y el corazón de los jóvenes e identificar sus necesidades.
Don Bosco fue un escritor prolífico, un periodista que supo escribir y comunicar con eficacia sus ideas, combatir las herejías y promover los valores cristianos a través de la buena literatura.
Don Bosco fue un gran místico y contemplativo: se fortaleció en Aquel que fue su única inspiración.
Era un operador de milagros. Nuestra Señora, María Auxiliadora, manifestó su especial benevolencia en todas las obras de Don Bosco. Todos los milagros de Don Bosco tenían la impronta de la Santísima Madre y él realizó muchos.
Fue un gran trabajador, incansable y de manera desinteresada, que se dedicaba totalmente a su misión desde el amanecer hasta el anochecer.
Fue también un músico maravilloso, un cantor extraordinario, capaz de enseñar la música como un medio de alabar a Dios y una manera de involucrar a los jóvenes de manera festiva. Su “orquesta” fue muy apreciada por personas de todos los ámbitos de la vida. Lograba incluso ser un malabarista y un mago capaz de atraer a los jóvenes y conquistarlos para conducirlos a Dios.
Amaba el deporte: era un atleta sin igual que valoraba la actividad deportiva como un elemento esencial de su sistema educativo. El juego se convirtió en un elemento indispensable en su oratorio: tuvo una intuición brillante respecto a un instrumento estratégico para conquistar y formar a los jóvenes.
Tenía las cualidades de un refinado diplomático y estadista, capaz de cordialidad con todos los funcionarios del gobierno y perfectamente capaz de relacionarse con la burocracia, haciéndose convincente y creíble.
Fue un dramaturgo, excelente divulgador del teatro y el arte para formar mentes jóvenes y para comunicarles el mensaje de Dios.
Tenía una personalidad multifacética y las habilidades de un artesano meticuloso: carpintero, zapatero, sastre, impresor, capaz de dominar todos los oficios con humildad. Su obra se caracteriza por una incansable actividad de docencia, instrucción y formación de las jóvenes mentes para enseñarles un oficio que les permitiera hacer carrera.
Fue un trabajador social, que supo activar a sus muchachos para contribuir a solucionar las necesidades de la sociedad, ya fueran enfermedades, peste o pobreza. Defendió y luchó denodadamente por los derechos de sus muchachos en todos los lugares donde trabajaban y en todas las instituciones en las que participaban.
Era un hombre sencillo y pobre: nació pobre, vivió pobre y murió pobre. Su sencillez, su vida frugal y su amor por el desamparo nunca podrán ser olvidados.
Era una persona profundamente optimista: nunca se desanimaba ante las dificultades. Su confianza en la Divina Providencia siempre lo ha apoyado en cada situación compleja.
Y era hábil en la obtención de recursos, en la captación de fondos para construir una nueva basílica, iniciar una nueva obra o saldar las deudas generadas. Sabía cómo pedir, suplicar y hacer que la gente lo ayudara.
“Don Giovanni Bosco” es sin duda un ejemplo fascinante que hace creíble y atractivo un modelo de vida cristiana inspirado en los valores de una profunda espiritualidad. El santo sigue siendo una fuente importante de inspiración perenne para mantener los principios de una vida vivida trabajando por el bien y al servicio de los demás, abriendo así a la humanidad la esperanza de un mundo más justo.
