Con estas palabras, el padre Pierluigi Cameroni, Postulador General para las Causas de los Santos de la Familia Salesiana, expresó su satisfacción por la canonización de Artemide Zatti, laico profeso de la Sociedad Salesiana de San Juan Bosco (coadjutor), cuya fecha fue anunciada en curso del Consistorio del 27 de agosto.
El pasado mes de abril se promulgó el decreto sobre el milagro: la curación en Filipinas, en agosto de 2016, de un hombre que tuvo un infarto cerebral con graves complicaciones. Zatti es un nuevo santo "cercano a los que sufren -continúa el padre Cameroni- y no sólo porque entregó su vida por ellos, sino porque vivió la experiencia de la enfermedad en sí mismo, desarrollando una extraordinaria sensibilidad hacia los enfermos y sin perder nunca la esperanza y la alegría".
Nacido el 12 de octubre de 1880 en Boretto (Reggio Emilia), experimentó de inmediato las penurias de la pobreza, lo que obligó a su familia a emigrar en 1897 a la ciudad de Bahía Blanca, Argentina, donde comenzó a frecuentar la parroquia dirigida por los salesianos. Aceptado como aspirante por monseñor Giovanni Cagliero, entró en la casa de Bernal donde se le encomendó la tarea de asistir a un joven sacerdote enfermo de tuberculosis. Zatti también contrajo la enfermedad y por ello fue enviado al hospital de San José de Viedma donde fue seguido por el padre Evasio Garrone.
“Junto a él pidió y obtuvo de María Auxiliadora -explica el padre Cameroni- la gracia de quedar curado, con la promesa por su parte de dedicar toda su vida al cuidado de los enfermos. Sanó y cumplió su promesa. En 1911 hizo su profesión perpetua. Primero empezó a atender la farmacia anexa al hospital. Más tarde, tuvo la responsabilidad total del hospital, que se convirtió en el lugar de ejercicio de su santidad: como buen samaritano, recibió con cariño a los pobres, a los enfermos y a los rechazados por la sociedad en la posada de su corazón y en el hospital San José de Viedma. En cada uno de ellos visitó a Cristo, sanó a Cristo, alimentó a Cristo, vistió a Cristo, recibió a Cristo, honró a Cristo”. Debido a un cáncer, murió el 15 de marzo de 1951; Juan Pablo II lo proclamó beato el 14 de abril de 2002.
Para celebrar la canonización acudieron muchos compatriotas de su país natal donde su memoria está aún viva, los argentinos donde rápidamente se difundió su fama de santidad, así como toda la Familia Salesiana y en particular los salesianos coadjutores que tienen en Zatti su primer santo. “La canonización del Beato Artemide Zatti, salesiano coadjutor -concluye el Postulador General- nos habla de la belleza de la vida consagrada y del valor de una vida enteramente dedicada a Dios y al servicio de los pobres con el corazón apostólico de Don Bosco. Es un fuerte impulso para promover las vocaciones de los salesianos coadjutores, que lleva a todos los campos educativos y pastorales el valor propio de su secularidad, que lo convierte específicamente en testigo del Reino de Dios en el mundo”.
Fuente: Avvenire