Al día de hoy hay gente que huye a todos los continentes: a Ucrania le sigue Siria, con 6,8 millones de personas desplazadas, Venezuela con 4,6 millones, Afganistán con 2,7 millones, Sudán del Sur, con 2,4 millones, Myanmar con 1,2 millones… Y mirando los datos del informe de ACNUR, emergen otras cifras desalentadoras: más de 30 millones de personas están huyendo debido a las múltiples guerras en curso; unos 35 millones son menores de edad y más de 1 millón de personas ya nacen en la condición de prófugos.
El conflicto en Ucrania ha puesto en vista la situación de los refugiados (personas que huyeron al extranjero) y de los desplazados internos (que huyeron de donde vivían, pero permanecieron dentro de su país). Las imágenes de miles de mujeres y niños arrastrando pequeñas maletas por las fronteras europeas han despertado conmoción y empatía en todo el mundo.
Lamentablemente la guerra en Ucrania también ha abierto un nuevo y enorme frente de personas necesitadas, con devastadoras repercusiones en otras áreas del globo: de hecho, es noticia en estos días que el Programa Mundial de Alimentos de las Naciones Unidas ha declarado que se ve obligado a reducir las raciones de alimentos para los refugiados en África Oriental y Occidental, ya que el precio de los productos básicos, especialmente el trigo, se ha disparado debido a la guerra en Europa. "Nos vemos obligados a tomar la desgarradora decisión de reducir las raciones de alimentos para los refugiados que dependen de nosotros para su supervivencia", dijo el director ejecutivo del PMA, David Beasley.
La jornada del 20 de junio sirve para crear conciencia en la ciudadanía sobre una realidad que afecta a un número enorme de personas en el mundo y que obliga a todos a hacer propios los 4 verbos del Papa Francisco para los refugiados: "Recibir, proteger, promover y integrar".
Los Salesianos, herederos de Don Bosco, lo hacen a 360°: ayudando en lugares de conflicto como en Siria y Ucrania; en las fronteras de los países, como entre México y los Estados Unidos; o de forma generalizada en países cercanos a los de crisis, como pueden atestiguar muchos venezolanos hospedados en nombre de Don Bosco por toda América Latina.
Otros casos dignos de nota son, por ejemplo, en Kakuma, Kenia, donde los salesianos, que viven en el campo de refugiados -el segundo campo más grande del continente-, han desarrollado toda una serie de programas y servicios para refugiados, como el “Savio Club”, que educa y anima a más de 10.000 menores.
O en Pakistán, donde la comunidad salesiana de Quetta ha ofrecido albergue y artículos de primera necesidad a los refugiados afganos que huían del país desde agosto pasado, proporcionando tiendas de campaña, mantas, alimentos y medicinas.
O en Uganda, en el campamento de Palabek, donde los salesianos -también en este caso residentes dentro el mismo- han impulsado numerosas actividades, entre ellas un Centro de Formación Profesional con cursos de mecánica, costura, construcción, agricultura, peluquería y energía solar, lo que permite a los jóvenes personas y adultos albergados allí de esperar en un futuro mejor.
O, para concluir esta breve lista, en Egipto, donde, gracias al “Proyecto Amanecer para refugiados urbanos y personas huéspedes vulnerables en El Cairo”, los salesianos ofrecen formación para ayudarlos a adquirir las competencias necesarias para el empleo o el autoempleo. Hasta la fecha, el proyecto ha mejorado las oportunidades de subsistencia y la calidad de vida de más de 3.000 refugiados de África subsahariana, yemeníes, sirios y egipcios vulnerables. El proyecto garantiza la formación técnica y profesional, además de proporcionar ayudas para la puesta en marcha de microempresas y apoyo constante para el desarrollo de proyectos empresariales.
Más allá de toda la ayuda que se les pueda prestar en sus respectivas circunstancias -desde el alojamiento hasta la alimentación, desde el acompañamiento espiritual hasta la asistencia psicológica y burocrática, desde la educación de los menores hasta la formación laboral...-, los salesianos comparten el sueño de todos los refugiados y desplazados: ver paz y prosperidad en sus países para poder retornar a casa. Y mientras ellos esperan ese día, los salesianos continúan quedándose a su lado