La primera vez que oí hablar del padre Alberto María de Agostini fue durante un largo viaje en un crucero de expedición, que me llevaría desde Ushuaia hasta los confines de la Patagonia Austral. Poco después, pude ver sus fotos y buena parte de su obra en el Museo Salesiano Maggiorino Borgatello de Punta Arenas Chile. El guía mencionó su nombre, el de este cura intrépido y explorador, montañista, etnólogo, geógrafo y fotógrafo de avanzada.
Alberto María de Agostini nació el 2 de noviembre de 1883 en Pollone, un pequeño pueblo de la región de Piamonte, norte de Italia, al pie de los Alpes, rodeado de un entorno natural montañoso que lo marcaría para el resto de sus días. Nació en el seno de una familia de cartógrafos, que también se dedicaba a la edición y venta de libros, y de esta herencia cabe intuir su vocación por la investigación, su curiosidad infinita y hasta su pasión por la fotografía. Influenciado por San Juan Bosco, o Don Bosco, el fundador de la Orden Salesiana, se unió a la iglesia en 1909. Así recalaría, enviado por la misión salesiana un año después, a los 26 años, en Punta Arenas, la ciudad más austral de la Patagonia chilena, donde adquiere el amor a la montaña y se especializa en el oficio de escalador y en el arte de la fotografía.
Vivió durante 50 años en el Sur, escaló cerró y se dedicó a cartografiar la Patagonia más austral Vivió durante 50 años en el Sur, escaló cerró y se dedicó a cartografiar la Patagonia más austral.
Una de las tareas más complejas de la misión, a la que se abocó junto a otros sacerdotes de su orden, entre los que se encontraba Monseñor Fagnano, fue la de resguardar a las comunidades nativas de la región: Yámanas, Onas, Selk'nam y Alacalufes, subyugados y esclavizados por los terratenientes europeos. Aquellos a los que no lograban esclavizar eran perseguidos hasta la muerte, desplazados de sus territorios. Así fueron diezmados, cuasi exterminados en atroces cacerías y contagiados de las pestes que traían los colonos del viejo continente. Los misioneros de la Congregación salesiana intentaron protegerlos agrupándolos en misiones, ante la férrea oposición de los europeos, los hombres blancos que veían en los nativos un puñado de salvajes.
El sacerdote dedicó gran parte de su vida a explorar las tierras magallánicas. Desde la cordillera Darwin a los grupos del Balmaceda y el Paine, cerca de Puerto Natales, parajes que lo deslumbraron. "El lugar es de los más salvajes y grandiosos -escribió-. Selvas, lagos, ríos, cascadas, constituyen el pedestal de este fantástico castillo torreado, con murallones gigantescos, acorazado de hielos, sobrepasado por agujas de terrible aspecto que tanta seducción ofrecen al denuedo de los montañistas..."
El padre De Agostini murió el 25 de diciembre 1960 en la Casa Madre de los Salesianos de Turín.
Por: Guido Piotrkowski
Fuente: La Nación