¿Cómo ha cambiado la comunicación de la Iglesia en estos decenios, tanto en lo que se refiere al anuncio de la Palabra como al hecho de estar en la red?
La Iglesia ha sido desafiada principalmente a nivel de la estructura de comunicación. La Iglesia, podríamos reconocer fácilmente, siempre ha tenido una estructura comunicativa “de arriba hacia abajo”, es decir, desde las cimas más altas hacia la base. Internet, en cambio, implica un modo de comunicación totalmente opuesto: de todos a todos, es una comunicación horizontal, no tiene centro.
Así que la Iglesia tuvo que aceptar el reto de entrar en la red, teniendo que aceptar el hecho de que es una voz entre muchas voces. Creo que este es el mayor reto, en el sentido de que hay que tener algo interesante que decir para que alguien venga a visitar tus sitios, haga referencia a tu contenido y luego también encuentre un espacio para comparar. Sin embargo, todavía no hay muchas instituciones y lugares eclesiales que acepten una confrontación directa; muchos tal vez acepten contribuciones, pero siempre muy reguladas; otros son portales de información.
Sin embargo, creo que a la larga, la idea es que el modo comunicativo - si se acepta estar en estos entornos digitales, en las redes sociales, por ejemplo- implica inevitablemente una interacción directa.
Ciertamente, la Iglesia ha podido recordar, incluso proféticamente, en sus documentos magisteriales el papel que debe desempeñar la comunicación por Internet
El principio fundamental de la Iglesia, que concierne a todos los medios de comunicación, es que deben ayudarnos a humanizarnos cada vez más; éste es también el gran desafío. Puede ser colocado en otro parámetro simbólico tomado del Evangelio: o el sábado está al servicio del hombre o el hombre corre el riesgo de ser esclavo del sábado.
¿Cuáles son los nuevos sábados de hoy? Podríamos partir de la economía, del desarrollo, de la tecnología que si se orienta en las nuevas formas al servicio del hombre, se vuelve verdaderamente liberador y puede progresar y crecer como humanidad. Cuando en cambio se convierten en instrumentos de control, de poder, de sumisión, obviamente nos hacen esclavos. Por lo tanto, creo que también en este caso el gran desafío es comprender hoy en día en qué dirección vamos; comprender, por ejemplo, todo el problema de los algoritmos, del aprendizaje automático, de quién los utiliza, de quién los controla, de lo que se está haciendo, simplemente para tener un mayor conocimiento y una mayor conciencia de la dirección que estamos tomando, como sociedad y como humanidad.
Fuente: Vatican News